Aureliano Sáinz
En el mes de febrero se cumplirán, nada menos, que 17 años de la salida de Azagala en Alburquerque. Para quienes hemos estado desde sus orígenes, no deja de sorprendernos este recorrido tan largo, pues en los inicios, cargados de entusiasmo y con muchas barreras en contra (no es necesario que volvamos a remitirnos a un personaje nefasto), se ha configurado como el medio gráfico más importante de nuestro pueblo; y si lo consideramos de que es una revista independiente que no ha recibido ninguna financiación externa, me atrevería a decir que es auténtico milagro su pervivencia a lo largo de tantos años.
Han sido muchos los que han colaborado con sus escritos; otros suscribiendo o comprando mes a mes la revista. Algunos la conocen desde sus inicios: otros se han incorporado más tarde. Lo cierto es que, como he indicado en otras ocasiones, la historia en este siglo de Alburquerque no puede entenderse sin este medio de comunicación, libre e independiente, que ha jugado un enorme papel en el devenir de nuestro pueblo.
Teniendo en cuenta lo expuesto, me ha parecido oportuno echar una mirada hacia atrás e iniciar una serie de artículos, que pueden verse en la edición digital, de modo que recordemos sus mejores portadas, desde que comenzó hasta sus últimos números.
En cada entrega, por orden cronológico, seleccionaré ocho portadas que considero de las mejores que han visto la luz. Lógicamente, en sus inicios las cuidábamos mucho debido a que teníamos “el campo abierto” para seleccionar los momentos, escenas o lugares que considerábamos significativos.
Por otro lado, y puesto que la imagen tiene el protagonismo, los comentarios serán muy breves, dado que cada número que vio la luz tiene su pequeña historia acerca del momento en el que salió.
Como no podía ser de otro modo, el castillo de Azagala fue portada del primer número. No tendría sentido elegir otra imagen cuando, Francis y yo, después de darle vueltas al nombre de la revista, acudimos a esta fortaleza tan ligada a Alburquerque como referente de la revista. Ahora todos sabemos que está siendo restaurada para convertirse en un hospedaje de lujo y que puede ser un elemento que sirva para el impulso turístico del pueblo.
Los carnavales, celebrados en febrero, fueron el motivo del segundo número de la revista. La escena, como podemos apreciar, está protagonizada por una pareja a partir de una instantánea bastante espontánea. Ni que decir tiene que ambos protagonistas, tomados en plano medio, muestran la alegría de estas fiestas que se celebran en toda la geografía española.

Pasados los carnavales, la Semana Santa se ha convertido en otro de los eventos que en Alburquerque ha adquirido una especial relevancia por la masiva participación popular que se produce en los actos fuera de los recintos sacros. De igual modo, la instantánea de los tres jóvenes, en plano tres cuartos, es magnífica, también por la improvisación y espontaneidad, dado que ninguno mira hacia la cámara.
Lógicamente, el Castillo de Luna en algún momento tenía que aparecer en la portada de Azagala. Así, en el número 4, correspondiente al mes de mayo de 2008, se muestra uno de sus rostros, puesto que son tantas las tomas que se pueden hacer de esta maravillosa fortaleza que había que presentarla con alguna singularidad. Y esta singularidad proviene del pastor que en aquellos momentos se encontraba, tranquilamente apoyado en un cayado, cuidando de las cabras.

Puesto que de modo alternativo en mis idas a Alburquerque me quedaba en casa de Francis y Eli, cuando era un tema de la revista, en la de Pablo Boza, cuando se trataba de Adepa, una mañana en la que había pernoctado en casa de Pablo, me asomé al balcón y encontré esta bella estampa en la espadaña de la iglesia de San Francisco. Tomé la cámara y registré al par de cigüeñas que vemos en la instantánea; una de ellas con un singular equilibrio.
Otro de los grandes eventos de Alburquerque es el Festival Medieval, gran fiesta popular con una alta participación del pueblo. No es necesario que explique el significado de este gran acontecimiento que ha echado raíces profundas de modo que forma parte de sus tradiciones. En este caso, es un grupo de chicas que ataviadas con vestimenta blanca mira hacia algo que les atrae la atención, tal como podemos comprobar en la que se encuentra abajo en la izquierda llevándose un dedo a la boca como signo de interrogarse sobre lo que contempla.

Lógicamente, no podía faltar la ermita de Carrión ni el río Gévora en los inicios de las portadas de Azagala. Forman parte inexcusable de la fisonomía de Alburquerque; más aún cuando, tras intensas lluvias, se produce una crecida importante del río, tal como aconteció en el mes de septiembre de aquel año. No es necesario que indique que la ermita y su entorno protagonizarán muchas portadas de Azagala.
“¿Sabes dónde se encuentra este bajorrelieve?”, me preguntó Francis para saber si me parecía bien que apareciera en la portada del número 9 que teníamos previsto para noviembre del año de la salida de la revista. “¡Hombre!, ¡cómo no voy a saber que se encuentra en la fachada y por encima de la entrada de la iglesia de Santa María!”, le respondo, al tiempo que le indico que me parece una excelente fotografía y que puede ser motivo para ir cerrando ese año, a la espera del mes de diciembre, con el que cumpliríamos nuestro compromiso con los suscriptores.
Quisiera cerrar este primer artículo sobre las mejores portadas de Azagala indicando que es importante seguir apoyándola, sea por medio de la suscripción o comprándola, dado que la edición digital la complementa, al tiempo que su continuidad depende de quienes la respaldan económicamente.
Visitas: 333