REDACCIÓN AZAGALA
Ha nacido en Alburquerque un nuevo acontecimiento y, a juzgar por lo que vimos ayer, va a ser uno de los más multitudinarios de los celebrados en nuestro pueblo. Aunque ya profundizaremos en el análisis de todo lo que contemplamos tres miembros del Consejo Ejecutivo de AZAGALA, José Manuel Leal, Charo Ceballos y Francis Negrete, el comentario más extendido a lo largo de toda la jornada fue que se sobrepasaron con creces todas las previsiones de asistencia de gente.
El barrio de San Francisco tiene unas posibilidades inmensas, dada la hermosura y amplitud de la calle del mismo nombre que tiene además un fondo muy atractivo, con la iglesia, el convento y la torre de la antigua fábrica de los Sánchez-Moro. Sin embargo, ha estado abandonado y no acogía ninguna actividad desde las verbenas de barrio que se celebraron en los años de la segunda corporación presidida por Emilio Martín.
Lo de ayer fue realmente grandioso en todos los aspectos, porque vimos a un pueblo unido que se volcó con muchos voluntarios para recuperar la autoestima perdida por tantos años de enfrentamientos, listas negras, privilegios, desidia y ruina.
Los actos habían empezado por la mañana con una iniciativa singular y original, nunca realizada antes, y creada por una persona cuyas ideas y potencial por fin parece que se están aprovechando, Eduardo Maya, el técnico municipal de turismo, quien se encargó de realizar una ruta por los templos del casco urbano, desde los que siguen abiertos al culto hasta los que están en ruinas o tienen otras funciones no religiosas: San Francisco y el convento franciscano de la Madre de Dios, San Mateo, Santa María del Mercado, Santa María del castillo; las ermitas de San Andrés, San Salvador, San Blas, Santa Ana, San Cristóbal, la Soledad, del Rosario, de San Antón y de San José.
Posteriormente se celebró una eucaristía en la calle San Francisco, abarrotada de público y muy bien montada, cubierta con lonas que proporcionaban una amplia sombra, con muchos colaboradores coordinados por Agustín Rubio.
Le siguió las actuaciones del grupo infantil y mediano de Albahaca, mientras Javi Blázquez preparaba dos de sus exquisitas paellas y la larga barra comenzaba a llenarse, de manera que ya no hubo descanso para los desinteresados cocineros y camareros hasta el final de una noche intensa. Se acababa la comida, se acababa la bebida, el hielo… pero se iba reponiendo y tenían que sumarse más y más colaboradores para poder atender al gentío.
Por la tarde actuaron las Rocieras y grupo juvenil de flamenco de Albahaca, al que siguió la Tuna de Alburquerque, la Escuela de Arte Flamenco “Ángel López y Carmen Ramallo”, para finalizar con los conciertos de Petakika y Tendío de Sol.
La recuperación de la Velada de San Antonio a cargo de la parroquia y el ayuntamiento, con el fin de obtener fondos de cara a la rehabilitación que necesita la iglesia de San Francisco, no pudo ser más exitosa.
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Me alegro mucho por Alburquerque. Es importante recuperar barrios tan bonitos y con tanto potencial y ponerlos «en su sitio» (porque en el corazón de muchos se demostró anoche que ya está el barrio que a tantos Franciscos alburquequeños da nombre).