ELÍSABETH GARCÍA ROMÁN (Entrevista realizada en 2012)
-Elísabeth García: ¿Cómo decidió entrar en la Sección Femenina?
-María Pírez: Bueno, yo veía cosas malas y las oía aún peores y contemplaba cómo los jóvenes se hacían “flechillas”, y entendía que aquello era bueno. Además, yo también quería una camisa azul y un correaje de aquellos que sentaban tan bien. Hay que comprender que tenía solo 11 años.
-E.G.: ¿Le animaron en casa? ¿Escuchaba hablar de política?
-M.P.: Yo no tenía idea de política, ni me interesaba ni escuchaba en mi casa hablar de temas políticos. Recuerdo que mis padres se reían cuando les decía que quería una camisa azul y un correaje.
-E.G. Entonces, ¿cuándo inició su actividad en el seno de la Sección Femenina?
-M.P. Cuando ya tuve uso de razón. Hice un curso de un mes para formar delegados locales en un local de la Sección Femenina en Badajoz. Yo era la más joven de Extremadura. Tenía 18 años.
-E.G. ¿Cuándo la nombraron Delegada?
-M.P. Enseguida. Supongo que les gustó como trabajaba, mi decisión, mis ganas de hacer cosas y mi responsabilidad.
-E.G. ¿Recuerda qué empezó haciendo?
-M.P. Sí, iba por las escuelas y les hacía preguntas a los escolares sobre su marcha en clase, las tareas que les gustaban… También tenía que ver si existían problemas en el tema educativo.
-E.G. ¿Y no les hablaba de política a los pequeños? ¿Buscaban inculcarles ideas falangistas?
-M.P. Ese no era mi cometido. Ahora bien, sí les preguntaba si conocían a José Antonio Primo de Rivera o a Pilar. Nada más. Por otra parte, también visitaba enfermos para animarles y ayudar en la medida en que pudiera y, cuando nacía algún niño, yo les hacía jerselitos y ropa para las canastas. Recuerdo que cuatro flechillas me ayudaban a llevar la canastilla a la familia, a la que se la regalábamos. Si la madre tenía necesidades económicas y carencia de alimentos, yo los pedía a Badajoz y me mandaban, sobre todo una leche especial para los bebés.
-E.G. ¿Quién sufragaba los gastos de la canasta para el niño y de la ropa?
-M.P. -Vamos a ver. Mi cargo era voluntario y algo así como honorífico. Yo no recibían subvención de ninguna clase. Todo eran gastos para mi familia.
-E.G. Antes ha dicho que visitaba enfermos. ¿Qué clase de ellos?
-M.P. Todo tipo de enfermos. Recuerdo un caso que no olvidaré jamás. Una vez fui a ver a uno y, cuando abrió la puerta, se quedó en el zaguán como asustado. Me dijo que me fuera porque tenía tuberculosis y la enfermedad era contagiosa. Pero me dio mucha pena y entré. Traté de animarle, pero él me decía que se había venido de las Poyatas (un centro para tuberculosos) para morir en su casa. Bajó su madre y le di lo que llevaba de casa para ellos. La mujer se echó a llorar por las condiciones en que se encontraba su hijo, quien tendría poco más de 30 años.
-E.G. ¿Profesionalmente a qué se dedicó?
-M.P. Yo era profesora titulada de Corte y Confección y gané mucho dinero con ello impartiendo clases en mi domicilio, pero en la Sección Femenina impartía las clases gratis.
-E.G. ¿Tuvo algún contacto con Pilar Primo de Rivera?
-M.P. Sí, ella vino a Alburquerque para ver cómo trabajábamos aquí y para conocerme. Visitó los grupos escolares donde se hizo una exhibición de bailes regionales. Recuerdo que, cuando ya se marchaba e íbamos en el coche oficial con el Delegado Provincial de Falange, ella le dijo que se bajara porque quería hablar conmigo a solas. Y, entre otras cosas que no vienen al caso, le hablé de las necesidades educativas de la localidad y respondí a muchas preguntas que Pilar tenía que hacerme sobre las actividades de la Sección Femenina.
-E.G. Pero, ¿se podía ser crítico en aquella época?
-M.P. Mira. Periódicamente celebrábamos una Junta de Primera Enseñanza para ver cómo marchaba la educación en la localidad. Asistía el alcalde, que era el Jefe Local del Movimiento, el director del centro, algunos maestros y yo como Delegada de la Sección Femenina. Recuerdo una vez que ocurrió algo muy polémico, porque yo no me callaba. Yo estaba allí para ayudar; no para figurar y deformar la realidad. Así que, tras repasar las cuestiones del orden del día, el alcalde preguntó si había algo que tratar esperando levantar la sesión sin más. Pero yo intervine para decir que había importantes problemas en el terreno educativo y los expuse con claridad. Aquello no le gustó a ninguno de ellos, todos hombres, porque a todos les atañía. Yo tenía mucha razón y ellos lo sabían. Me pidieron que no constaran en acta mis objeciones, pero me negué. Hablaron con mis padres y a mí mismo me comentó el alcalde que se jugaba su puesto si leían el acta donde constaba el estado real de la educación en Alburquerque.
Insistió mucho y finalmente acepté pero con la condición de que se tomaran las medidas oportunas para resolver aquellas situaciones que todos conocían pero callaban. Y, efectivamente, los problemas más importantes se resolvieron, porque lo que hacía falta era voluntad para ello, ni siquiera recursos económicos.
-E.G. ¿Se arrepiente de su paso por la Sección Femenina donde estuvo tantos años?
-M.P. No, ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. Yo llevaba una vida muy activa y era muy amiga de hacer cosas. Por ello, eché de menos tanta actividad cuando me casé.
-E.G. Pero, ¿por qué abandonó entonces la Delegación?, ¿para ser ama de casa y dedicarse enteramente a su esposo?
-M.P. Él insistía mucho en que no estaba nunca en casa. No nos veíamos. Y dejé el cargo, pero siempre seguí colaborando con la Sección Femenina. Todavía hoy, aunque la institución desapareció en el año 1975, me considero miembro de ella.
PORTADA: María Pírez, de joven, en su casa.
FOTO 2: María sale de una reunión en la que era la única mujer, en Alburquerque.
FOTOS 3,4 y 5: Acciones de la Sección Femenina.
FOTO 5: María Pírez, en el momento de la entrevista con Elísabeth García Román, en 2012.
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