ELÍSABETH GARCÍA ROMÁN
Mucho se ha escrito sobre la Sección Femenina, una institución surgida a instancia de la Falange Española. No en vano, en internet encontramos más de 20.000 entradas que hablan de esta rama femenina del partido único existente en nuestro país entre 1939 y 1975. La mayoría de los artículos son muy críticos, demoledores, especialmente porque la imagen de la mujer era “degradante”, formada para ser una “esposa perfecta”.
La postura que yo voy a tomar sobre el asunto es totalmente imparcial. Me he limitado a hablar detenidamente con una mujer que ocupó un cargo importante en Extremadura como miembro de la Sección Femenina. Era una Delegada Local, pero supo ganarse el respeto de sus compañeras y de los hombres del partido, de manera que sus reaños y su lucha por defender los derechos de la mujer le granjearon enemistades y enfrentamientos tanto con unas como con otros.
María Pírez tiene en la actualidad 84 años de edad, pero continúa siendo una señora enérgica, muy respetada y con un elevado número de amigos. Le critican su militancia en dicha una organización, pero no su labor fructífera al frente de la Sección Femenina, especialmente en el área educativa.
Antes de hablar con ella en una entrevista, le pedí que resumiera lo que fue para ella esta institución. Y estas fueron sus palabras:
“La Sección Femenina la dirigió a lo largo de toda su existencia una mujer admirable: Pilar Primo de Rivera. Últimamente no han faltado críticas e ironías sobre la tarea que desarrollaron aquellas entusiastas chicas que mantuvieron a lo largo del tiempo su fiel dedicación al recuerdo de José Antonio y al cumplimiento de su doctrina. Han sido unas críticas injustas y del todo inmerecidas. La Sección Femenina nada tuvo que ver ni en su funcionamiento ni en sus relaciones con el aparato tan erosionado por rencillas internas, nepotismos y falta de ideología concreta, FET y de la JONS.
Por lo pronto, se debe a la Sección Femenina las primeras disposiciones legales a favor de la igualdad de derechos de la mujer. En 1961 se presentó en las Cortes (y lo defendió Pilar Primo de Rivera) un proyecto de ley que establecía la equiparación de sexos y que fue aprobado el día 15 de julio.
A través de esta organización, las mujeres españolas participaron en activamente en la vida pública, con 66 alcaldesas, 661 concejales, 14 diputadas provinciales, 8 procuradoras en Cortes, 22.695 enlaces sindicales, 9895 consejeras locales y 160 provinciales. Cifras que hablan elocuentemente de la importancia que tuvo la Sección Femenina en la campaña a favor de las reivindicaciones de la mujer y que destruye esa falsa imagen contraria a la igualdad de sexos que algunos pretenden ofrecer de ella. La imagen de unas chicas pacatas, a las que se educaba tan solo para que fueran dóciles esposas sin personalidad ni influencia en el contorno social, es absolutamente distorsionada y falsa.
Otra cosa muy distinta es que postulase siempre la formación católica de la mujer y cuidara de sus enseñanzas en temas del hogar y la familia. Pero a la vez impulsaba las prácticas educativas, deportivas y culturales, dedicando de modo especial a sus afiliadas a misiones itinerantes por los pueblos de España, a los que llevaron salud, educación y alegría. Restauró monumentos histórico-artísticos como el castillo de la Mota, en Medina del Campo; el de las Navas de Marqués, en la provincia de Ávila y el palacio de Peñaranda de Duero, en Burgos, e instaló en ellos la escuela de mandos e instructoras para formar profesorado de hogar, educación física, enfermeras y asistentes sociales, y por sus aulas pasaron los mejores intelectuales de la época: Laín Entralgo, Antonio Tovar, Ridruejo, Agustín de Foxa, José María Pemán, Eugenio Montes, etc.
Además, setenta y dos cátedras ambulantes recorrían España en misiones pedagógicas, mantenían guarderías infantiles, hogares-residencia para empleadas de hogar, talleres de artesanía, escuelas de hogar, círculos culturales y de juventud, en los que se desarrollaba una labor extraescolar abierta a todas las jóvenes españolas a través de la música, el teatro, la lectura, los juegos, etc.
Pero posiblemente la labor más fecunda de la Sección Femenina fue la desarrollada en las zonas rurales, con sus cursos de formación profesional agraria y la promoción de medidas sociales para el trabajo femenino. A través de sus cátedras ambulantes, realizó una importante labor de alfabetización y promoción cultural de adultos por parte de 380 profesoras que percibían, en 1968, un salario de 40 pesetas diarias.
Las mujeres que cumplían el Servicio Social prestaban sus trabajos en clínicas, hospitales, centros de maternidad, bibliotecas, escuelas hogar, talleres, oficinas y escuelas de suburbios y barrios marginales.
También dependían de la Sección Femenina los Coros y Danzas, cuya tarea de recuperación del folklore español ha sido unánimemente elogiada. En todas las provincias, aquellos grupos coreográficos entusiasmaron tanto por la autenticidad de sus vestuarios como por la exquisitez de sus repertorios musicales Los Coros y Danzas llegaron a constituir un espléndido ballet nacional que demostró su categoría en los países recorridos con una gira memorable, narrada por Rafael García Serrano en su entrañable libro Bailando hasta la Cruz del Sur”.
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PORTADA: Delegadas locales de la Sección Femenina, entre ellas la alburquerqueña María Pírez Rivero. Archivo AZAGALA/ Derechos reservados. Prohibida su reproducción.
FOTOS 2: Pilar Primo de Rivera, Rosario Velasco, jefe del departamento de arte y Decoración del Servicio Central de cultura y Clara Stauffer, auxiliar central de Prensa y Propaganda.
FOTO 3: Reparto de comida por parte de la Sección Femenina, en Guipúzcoa, año 1937.
FOTO 4: Coros y danzas de la Sección Femenina.
FOTO 5: María Pírez, de joven en el “Ojo del Diablo”, en la sierra de Santa Lucía. Archivo AZAGALA/ Derechos reservados. Prohibida su reproducción.
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