Charo Ceballos
Redacción Azagala
El pasado domingo, 29 de septiembre, tuvimos ocasión de comprobar de primera mano el lamentable estado en el que se encuentra el castillo de Alburquerque, una joya arquitectónica única cuya conservación no parece importar mucho a las autoridades autonómicas. La visita fue organizada por ADEPA y el encargado de mostrarnos el deterioro de la fortaleza fue Eduardo Maya.
No podría hacer una descripción exhaustiva de todo lo que nos enseñó Eduardo y que nosotros mismos pudimos observar. Intentaré hacer un breve resumen, ya que las imágenes que acompañan al texto hablan por sí solas.
La muralla tiene numerosos huecos en distintos lugares por culpa de las grietas y la maleza y arboleda que se abre paso por la piedra presionándolas y provocando la caída de las mismas.
La puerta lateral de entrada a la muralla exterior que podría llamarse de Portugal o de Badajoz está llena de grafitis y el camino de paso no está cuidado, está lleno de basura. Las puertas y ventanas tienen la madera podrida, y hay incluso una puerta apuntalada por peligro de derrumbe.
La humedad provoca desconchones en paredes y techos. Estas humedades están provocadas porque el agua se acumula debido al atasco que hay en el desagüe.
Existen numerosas estancias que no puede ser visitadas por el público por culpa de todo lo mencionado anteriormente; no están presentables. Por otro lado, el castillo está infrautilizado como explotación turística: el centro de interpretación sigue cerrado, al igual que las estancias que acogieron el antiguo albergue y que podrían rehabilitarse y ser utilizadas de nuevo, la iglesia es una de las mejores conservadas del románico y se publicita poco. Muchas de las estancias sirven como almacén, o más bien trastero. En definitiva, el castillo sufre un deterioro manifiesto y Alburquerque no puede quedarse de brazos cruzados. El próximo 18 de octubre tenemos la oportunidad de manifestar el descontento y denunciar la desidia de las autoridades.
S.O.S., SALVEMOS EL CASTILLO DE LUNA
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