Charo Ceballos
Esta semana he asistido a dos eventos que, a priori, podrían parecer inconexos. El viernes 20 de septiembre estuve en la presentación del libro “Abril es un país» de Tereixa Constenla, dicha presentación corrió a cargo de Gabriel Moreno González, profesor de Derecho Constitucional de la UEX y de César Rina Simón, profesor de Historia de la UNED. Ambos hicieron un estupendo resumen de lo que el lector va a encontrar en este libro, un ensayo periodístico de la revolución portuguesa del 25 de abril de 1974 en el que la autora centra este periodo histórico en la acción de los capitanes de abril, cuya hazaña acabo con la dictadura de Salazar y con la instauración de la democracia en Portugal. En definitiva, fue una revolución por la libertad del pueblo portugués, los militares tomaron el poder, pero no para quedárselo, sino para devolver ese poder al pueblo. Tuve oportunidad de hablar con la autora y me comentó que parte de la bibliografía que ha utilizado para documentar el ensayo es de nuestro amigo y colaborador Moisés Cayetano, estudioso y experto de la revolución de los claveles, y magnifico cicerone de los itinerarios revolucionarios en Lisboa. Estoy deseando empezar a leer el libro.
Autora y los profesores Gabriel Moreno y César Rina. Tereixa Constenla firmando un ejemplar del libro
El otro evento al que asistí, fue una jornada celebrada en el Ateneo de Cáceres el 23 de septiembre para celebrar el Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas.
Durante la jornada se proyectó un cortometraje con testimonios de mujeres prostituidas, se celebró una mesa redonda con la participación de entidades expertas y, la guinda del pastel, fue una magnifica conferencia de Amelia Tiganus, una escritora y activista por la abolición de la prostitución de origen rumano, que sufrió en primera persona abusos sexuales durante la infancia por su tío, a la que violaron en grupo con 13 años y que fue prostituida durante 5 años en burdeles españoles por la mafia de la trata de mujeres. Era carne de cañón para acabar, como ella bien explica, ejerciendo la prostitución. Su testimonio es descarnado, pero muy necesario para entender que ninguna mujer nace para ser puta y que la prostitución no es un trabajo, sino una lacra social que tiene que terminar, para lo cual se necesita educación (fundamental), pero también una ley que persiga, no solo al explotador, al proxeneta, sino también al putero, al consumidor de carne humana en forma de sexo no consentido. Y aquí es, desde mi punto de vista, donde convergen estos dos eventos y desde donde contemplo la conexión entre ambos: la libertad y los derechos humanos. Un ciudadano, una ciudadana que vive bajo la opresión de una dictadura, no es libre, no tiene derechos, no puede decidir lo que quiere hacer, porque hay alguien que se lo prohíbe. Una prostituta es una mujer que no es libre y que no tiene derechos. Podéis pensar que es exagerado comparar una dictadura, como forma de gobierno que oprime la libertad de todo un pueblo, con el sistema prostitucional, como forma de opresión de las mujeres prostituidas, pero si rascamos un poco la superficie y no nos conformamos con el análisis simplista de que la puta es puta porque quiere, veremos que las prostitutas sufren otras dictaduras incapacitantes para su libertad y sus derechos, como son: la dictadura de la pobreza, de los abusos sexuales, de la raza, e incluso de la enfermedad
Cartel de la jornada. Amelia Tigaus (centro) con algunas participantes en la jornada
Amelia Tiganus lo explicó muy bien, con un discurso perfectamente estructurado, pero muy poco correcto políticamente hablando, por fortuna. Y lo ilustra magníficamente en su libro “La revuelta de las putas”. Todos los hombres y las mujeres que piensen que ser puta es un “trabajo” y que una ley abolicionista acabaría con el medio de vida de las prostitutas deberían leer el libro de Tiganus. Aprobar la ley abolicionista en España es urgente, somos el burdel de Europa. Si cuatro de cada diez hombres acceden al cuerpo de las mujeres a cambio de dinero, seguramente conoceremos a algún putero, que como dice Amelia Tiganus, son personas normales y corrientes; son padres, hermanos, amigos, hijos, etc. La ley es necesaria para arbitrar políticas públicas eficaces, que ayuden a las mujeres que se encuentran atravesadas por estas dictaduras a procurarse un futuro en el que su cuerpo no sea vulnerado a cambio de dinero. Las mujeres podemos nacer pobres, enfermas, con un color de piel diferente, pero lo que ninguna mujer nace es puta, ninguna.
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