Aureliano Sáinz
Quienes sois fieles a la revista Azagala -también a su edición impresa- habéis podido comprobar que su último número 152 aparece una portada magnífica: a la imagen apacible de un par de cigüeñas, que desde su nido parecen contemplar tranquilamente el centro de Alburquerque, se le añade el improvisado vuelo de una paloma que se les acerca, como deseando convivir con las aves que mejor representan a las tierras extremeñas.
Si a eso le añadimos las dos espléndidas fotografías de contraportada, en las que vemos el esplendor de la primavera en Alburquerque, me hace pensar que solo por estas imágenes ya merece la pena no perderse la emblemática revista de nuestro pueblo.
Conscientemente, me he adelantado a las portadas de esta octava entrega con el fin de que veamos que se alternan las escenas sosegadas que se obtienen de la naturaleza con las festivas, tal como observamos en las de los números de enero (n.º 70) y febrero (n.º 71) correspondientes a 2015: desde la Carrera de San Silvestre que se celebra el 31 de diciembre, en la que vemos a unos corredores a los que nos les importa disfrazarse de lo que sea, a una muy bien ataviada familia india, a la que no les falta el menor detalle a sus cuatro miembros.
“¡Cómo pasa el tiempo!”, es una frase que solemos decir cuando vemos fotografías que nos recuerdan hechos que ya nos resultan añejos o muy lejanos. Es lo que se me viene a la mente cuando en la sección de información leemos estos dos titulares: “Podemos hace un llamamiento a la ciudadanía para el cambio y la democracia en Alburquerque”, con amplia foto de un numeroso grupo de por medio, y “Antonio Manzano, candidato de Ciudadanos por Badajoz”. No quiero hacer ningún comentario irónico, pues bien es sabido que el mundo de la política, muchas veces, se convierte en una auténtica trituradora de ideas, proyectos e ilusiones.
Bueno, cambiemos a otra faceta. Los amantes de las fotografías no se podían quejar, ya que en este número 70 pueden verse nada menos que ¡173! Todo un verdadero récord.
En el número correspondiente a febrero, tiempo de Carnavales, se inicia con una emotiva editorial de despedida a quien fuera colaborador de la revista desde su primer número: Manolo Bozas. Su título ya lo anunciaba: “Adiós al poeta del pueblo”.

Con frecuencia, las portadas se deben a la atenta mirada de Sergio Pocostales, quien suele ofrecernos unas espléndidas fotografías, tal como acontece en el número 72. En esta ocasión, alejándose de las tradicionales de la Semana Santa, opta por una de tipo familiar, todos sentados en el suelo, debajo de un olivo y con la hierba bien crecida.
En sus páginas interiores, comprobamos que seguía apareciendo la sección “Cuatro pinceladas” de Lázaro Rubiales. En este caso, la entrevista es a Enrique Pírez González, quien se expresa de manera extensa y amena ante las preguntas que Lázaro le ha planteado.
Nefasta noticia: el Puente de Guadarranque acaba derrumbándose. De nada servían las continuas alertas que dábamos desde Adepta o las que se hacían desde la propia revista. Parafraseando a Gabriel García Márquez, Guadarranque se convierte en “la crónica de una muerte anunciada…” O la crónica del inevitable declive del ‘todopoderoso’ alcalde.
En el número 73, por primera vez aparece una ilustración como portada de la revista. Como puede apreciarse, es un excelente dibujo de mi hermano Benigno, que realiza una interpretación de la vida en la Villa Adentro o el barrio medieval.
Pasamos a las páginas interiores. En la editorial, que lleva por título “¡Hay partido!”, leemos: Alburquerque votó mayoritariamente por el continuismo, por la misma política y la misma forma de actuar. Se encargó de recordarlo el reelegido alcalde Ángel Vadillo… Pero, ojo, con dos grupos en la oposición, con la rotunda pérdida de respaldo popular que ha sufrido Vadillo, las cosas van a cambiar mucho. IPAL apareció tres meses antes de las elecciones y apenas tuvo tiempo de darse a conocer al pueblo… (Comprobamos que desde Azagala también se lanzaban profecías que terminaron por cumplirse.)
Llegados a este número, veo necesario citar el apoyo constante que a la revista le prestó Juan Calderón, ya que sus relatos aparecían con cierta regularidad en sus páginas. En este caso, los protagonistas de la historia (“Un mástil sin bandera”) eran Monchito y Carmela, episodio que, lógicamente, no voy a resumir, puesto que hay que leer directamente a Juan para saber que no solo es un gran poeta, sino también un ameno creador de historias.

La portada del número 75 es un tanto sorprendente, puesto que, según se indica, la fotografía corresponde al Festival Medieval de 2006, es decir, nueve años atrás de su publicación. Imagino que ahora el niño que aparece en primer término será todo un hombre de, supongo, veintitantos años.
En sus páginas se recuerda el comienzo de Contempopránea, que inició su andadura en 1996. Pero ahora no soplaban vientos favorables para la continuidad de este festival indie en Alburquerque. Esto quedaba bien explicado en “Alburquerque no puede perder Contempopránea”, escrito que se cerraba del siguiente modo:
Tras el éxito inesperado de esta vigésima edición, en la que todo el mundo, no solo los espectadores, sino también las formaciones musicales que pasaron por el escenario clamaron por la continuidad de Contempopránea en Alburquerque… Mantenerlo en Badajoz y Alburquerque sería totalmente inviable… El gobierno municipal debe dejar sus diferencias con el director del festival y luchar por el mantenimiento de la subvención con el nuevo gobierno. (Ya sabemos los avatares por los que ha pasado CPOP.)
En gran medida, el número de agosto de 2015 está dedicado al Festival Medieval, por lo que la imagen de la joven pareja delante de la iglesia de Santa María se convierte en una invitación a penetrar en las actividades que se desarrollaron en ese año.

Las fotografías de los dos últimos números de 2015 se deben también a Sergio Pocostales: el Castillo de Azagala, tomado en un cálido atardecer, y el Castillo de Luna, visto desde el campanario de San Francisco, son motivos para cerrar el octavo año de la vida de Azagala.
Algunos titulares del número 77: “El ayuntamiento de Alburquerque es el que más tarda en Extremadura en pagar a los proveedores”; “Gutiérrez deja la guardería tras 20 años como director”; “Sin noticias del Cristo Borrero”; “Luces y sombras en el primer acto de la feria…”
Creo que también conviene citar a Antonio Telo, otro perseverante colaborador desde los inicios de Azagala. Era un placer leer sus escritos, que, con ciertos tonos de nostalgia, nos remitía a los recuerdos del tiempo que ya se había ido. En esta ocasión, publica “Salir del armario”, título con doble sentido, pues de lo que se trataba era de sacar la ropa del ropero cuando cambiamos de estación del año.
Se cierra 2015. Azagala resiste. No ha dejado de salir puntualmente, cumpliendo con el compromiso hacia sus lectores. En este número 78, en su Editorial se pretende ver el lado positivo del año que se cierra, aunque, es inevitable que aparezcan algunas lagunas y sombras que no son gratas.
Algunos titulares: “El agua de la finca ‘Las Abejeras’ es declarada agua mineral natural”; “Tapizados Mayo supera los 100 empleados”; “Manolo del Pozo escribe un libro nostálgico sobre personajes y lugares perdidos de Alburquerque”; “Fallece Antonia Durán, madre de Luis Landero…” También las que nacen de la mente fantasiosa de quien dirige en esos momentos los destinos del pueblo: “Vadillo asegura que Vara se ha comprometido con la hospedería, el albergue y las renovables”.
Tal como se decía en los antiguos tebeos: continuaremos… ya que nos espera el 2016 en la siguiente entrega.
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