ELÍSABETH GARCÍA ROMÁN
-Representación del poder. Las imágenes de Dios y de Francisco Franco registran similitudes en cuanto al uso de recursos gráficos. Ambos aparecen casi en primer plano y la acción se observa desde abajo (contrapicado), lo que acrecienta el valor subjetivo de la imagen y expresa exaltación, visión épica, superioridad y triunfo. Un personaje visto desde este ángulo adquiere un aire majestuoso y noble y, al mismo tiempo, puede mostrarle como severo y amenazador. Por tanto, al tiempo que lo enaltecen, provocan una sensación de respeto y sometimiento, casi de miedo.
En definitiva, se aplica a Franco un elemento tradicional de la representación de la divinidad de Dios, situado en un plano superior al ser humano. Otros héroes del “pasado glorioso”, y autoridades eclesiásticas como el Papa y algún obispo se representan también de la misma manera que la divinidad.
Con menos frecuencia, aparecen otras actividades laborales como la del policía o el cartero sastre y carpintero, y otras artesanales como el sastre o el carpintero. Las clases sociales altas que se representan son militares, políticos o el clero, mientras que las profesiones artísticas figuran como alejadas del español medio trabajador.
Además, a través de estas ilustraciones se ofrece una imagen del español popular sin capacidad ni conciencia para intervenir legítimamente en la comunidad donde vive; al contrario que los personajes de clases altas, conscientes de su propio destino, el de la Patria y el de la sociedad.
El niño (masculino) suele aparecer rezando o con aires marciales, transmitiendo la idea de la formación para un futuro miembro de las tropas y, por tanto, defensor de la Patria. Por otra parte, escasean imágenes de la mujer, a no ser en manuales editados expresamente para el género femenino, en las que aparece orando o interactuando con la naturaleza, transmitiendo cualidades de sensibilidad, ternura, orden y recato, siempre ajena a una implicación en la vida pública.
La representación de la relación niño-adulto es distinta a la de la niña- adulto. El adulto que se relaciona con un niño suele ser un varón representado con autoridad (dedo en alto), mientras éste expresa respeto y sumisión. Cuando la relación del niño se establece con una mujer, casi siempre es ésta de menor edad y aquel aparece con la imagen del adulto autoritario que transmite responsabilidad y sentido del deber. Cuando es la niña la que interactúa con alguien menor que ella, su expresión es maternal.
Ahora bien, cuando la relación de la niña es con un adulto, suele tener la mirada hacia abajo, demostrando sumisión y obediencia, sobre todo si el adulto es un varón. Sin embargo, cuando el adulto es una mujer, madre, profesora, etc., aparece entre ellas el sentimiento de ternura y afecto.
-Religión. La cualidad destacada que define a un español en esta época es el catolicismo y las imágenes de contenido religioso aparecen en todo tipo de manuales, no solo los de religión. Los de la enseñanza de la lectura están llenos de detalle simbólicos que buscan construir en el niño una identidad claramente cristiana. Por ejemplo, la imagen que acompaña al texto “este bebé va pasito a pasito”, muestra a un adulto que guía los pasos del niño mostrándole algo que parece un muñeco y que tiene forma de cruz.
Los textos están llenos de imágenes como ésta que consiguen dar la sensación de que el hombre es vigilado constantemente, y el hecho de ser representado iconográficamente confirma la existencia de Dios y de otros seres “mágicos” como los ángeles.
-Emociones. Dos de las emociones más utilizadas en estas imágenes son la violencia y el miedo. En el primer caso, la imagen del guerrero o de los santos mártires; y en el segundo, la del infierno o el demonio.
Los libros de lectura, especialmente los de tema histórico, están llenos de imágenes violentas que hoy se considerarían excesivas. Así, abundas las batallas y guerras que parecen querer despertar conductas valientes. La intención es formar a un varón capaz de dar su vida por defender los valores tradicionales patrióticos. También aparecen imágenes de torturas a santos y mártires de la Iglesia Católica, intentando inculcar el amor incondicional e ilimitado a Dios.
En estas representaciones violentas aparecen solo varones, excepto Agustina de Aragón.
Por su parte, el miedo se usa frecuentemente en los manuales de religión, para lo que se recurre a imágenes del demonio y de las “llamas del infierno”. El diablo no aparece en los manuales escolares hasta principios de los años 40 y suele representarse acechando a un niño, normalmente varón, triste y atemorizado. En contraposición, aparece el premio a la conducta adecuada, la serenidad, la felicidad y la alegría que produce la compañía de un ángel protector.
La imagen de Dios, siempre contrapuesta a la del demonio, incita a rechazar las tentaciones de éste que al ser enemigo del hombre persigue su perdición.
Tanto el cielo como el infierno se presentan como realidades probadas a partir de las cuales el ser humano ha de encauzar su conducta en la vida.
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