Recientemente la Taberna Angarilla celebró una fiesta con motivo del 40 aniversario desde que reabrió sus puertas regentada por el padre del actual propietario, Antonio Gil Guerra, quien la gestiona actualmente junto a su esposa María José Becerra, una extraordinaria cocinera. Esta fiesta, en la que actuaron Los Pellicas, estuvo muy animada, dado que la taberna tiene una clientela numerosa.
Pero la historia del establecimiento es más antigua y, casualmente, en este 2019 cumple nada menos que 70 años desde que la fundó Luis Gil Gómez, abuelo de Antonio.
Así contó nuestro suscriptor, Esteban Gil, esta historia en la edición impresa de AZAGALA.
A nuestro padre y abuelo Luis Gil Gómez, fundador de esta taberna en 1.949…
Por ESTEBAN GIL
Así comienza un pergamino adherido al margen derecho de un cuadro que la familia estamos preparando y que estará colgado en el bar La Angarilla próximamente. Como reconocimiento a su labor, como luchador y buen padre. A su izquierda, otro muy conocido y que aún hoy (y han pasado 60 años) es tatareado por los viejos del lugar, y que en ese año 1.949 apareció en el programa de Ferias y Fiestas en Honor de Nuestra Santísima Virgen de Carrión, escrito por el señor Guerra Ulloa y que empezaba así: “La Angarilla es campechana, es un bar…”
Quiero antes de nada dar las gracias a José Manuel Ambrós por facilitarnos este documento que hacía muchos años que lo estábamos buscando y por fin llego a nuestras manos. También a Julián Cano y Juan Toledano que, me consta, se han interesado por que así ocurriera.
Los tres pilares básicos de enriquecimiento de mi juventud son mi padre y mis maestros. De estas personas, no podía empezar mejor que con mi padre en estos mis inicios como colaborador en nuestra revista, y así, a la vez, cumplir algo que mucho deseaba. Por circunstancias de la vida, en Madrid, he colaborado con organismos oficiales en sus revistas con algunos poemas. En una TV local ya desaparecida, con algunos relatos satíricos, cómo comentario final de tertulias sobre la noticia política del momento. Regalando algún verso a compañeros para sus familiares, concursos y demás, y siempre he tenido en mi mente, como deuda, no haberle hecho nada o muy poco a mi padre.
Un hombre emprendedor que no sólo tuvo la iniciativa y atrevimiento con “La Angarilla”, sino que, poco después y también por esa época, montó una pequeña lonja en la misma casa, sólo que dos puertas más abajo, atendida por mis hermanos cuando aún eran muy jóvenes. La taberna que aparece en el poema del señor Ulloa, en poco tiempo, canjeó las avellanas por trozos de carne guisada u otras cosas riquísimas, y pasó a ser una de las más frecuentadas y de mayor clientela en el pueblo. Famosa por su especialidad en “Tacos de Bacalao rebozado con huevo frito”, sus “Picadillos de Sardinas con tomates”, acompañados de patatas cocidas, huevo cocido, pepino, pimiento y cebolla, o sus “Pajaritos fritos”. Comenzando la faena en Ferias y Festivos sobre las 11 de la mañana con el clásico vermú. Siguiendo más tarde con el vino auténtico de la uva de “Tierra de Barros”, donde iba él directamente a buscarlo. Pequeña pausa en la clientela para ir a comer (no toda), para, más tarde comenzar con copitas de zarzaparrilla o anís, bien a granel, o de el “Mono”, “El Loro” “Las Cadenas”, “La Asturiana” o “Castellana”, y así enlazar de nuevo con la tarde, noche y madrugada.
Tal era la concurrencia de clientela que hubo que contratar a personas ajenas a la familia como ayudantes, incluido el que suscribe, que ya desde muy pequeño ayudaba, y aún me duran los recuerdos imborrables de aquellas personas entrañables al llevarles sus botellines y aperitivos a las mesas. Como bien dice el Señor Ulloa en su relato, unos con sus “chancetas” chistosas, historietas, o comentarios por los más jóvenes de cómo se le dio en el “Sokoquín”, o “Buena boca”, y otros con sus “jipidos”. De los que tengo unos preciosos recuerdos a pesar del tiempo transcurrido: Baldomero “el panadero”, imitando a Manolo Caracol con su “Niña de fuego; Paulino “Carápito”, imitando a “Manolo el Malagueño”; Guerra, con “Madre hermosa”, de Valderrama, y muchos otros no menos conocidos que salían con “Todito te lo consiento, menos faltarle a mi madre” de Pepe Pinto, al tiempo que mis hermanos seguían afanados en la “lonja”.
El verano pasado estuve en el pueblo y, almorzando con mi hermano, sus hijos y nietos en su bar, en un momento de la conversación, me comento que había una cosa que le gustaría: Hacer como muchos bares antiguos que él conocía, que tenían una foto de su fundador como homenaje, y nosotros no. Sin pensarlo le dije: ¡eso está hecho! Si queréis lo hacemos. Esto llevaba varios años en mi mente, pero no tuve nunca el momento ni el atrevimiento de proponerlo. A mis sobrinos, Luís, Antonio, Alberto y Mari Jose, les encantó la idea, y yo me llevé una de las alegrías más grandes de mi vida al ver que, por fin, mi padre tendría lo que se merecía: un reconocimiento por todos nosotros a la entrega y trabajo por su familia en aquellos momentos tan difíciles de la posguerra.
El cuadro será muy sencillo: dos pergaminos, y su foto. Pero lo suficiente entrañable e importante, como merecido homenaje.
En su parte derecha: Un hombre, con esposa y tres hijos, se ve obligado a volver a su pueblo y sigue con su compra de aves, huevos y caza. Pero ya había varios “recoveros” y la competencia era complicada, de manera que funda la “Taberna la Angarilla” que, con lucha, tesón y sacrificio, tira adelante para que a su familia no le faltara de nada.
En su parte izquierda: El poema o relato del señor Guerra Ulloa, cliente habitual de La Angarilla, que, aunque exagera un poco el jipido y las chancetas, no deja de tener interés histórico, donde se refleja una prueba más de aquella arriesgada aventura y la realidad del momento. Por su antigüedad (1949) y contenido, muy popular en su día, merece también estar en este cuadro, al dar testimonio y fe de su tiempo y costumbres de la época, dándonos la razón aún más del porqué necesitábamos hacerle este homenaje.
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Portada: Foto del fundador de la taberna La Angarilla, en el mismo local que la actual.
Foto 2: Los Pellicas actuaron con motivo del 40 aniversario.
Foto 3: Alburquerque, en los años 50.
Foto 4: Imagen de una antigua lonja. No es la existente en La Angarilla.
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