Aureliano Sáinz
Acabo de recibir de mi hermano Benigno, que reside en Sevilla, una réplica en tamaño reducido de la bandera del Tercio de Alburquerque, a la que acompaña una fotografía en la que incorpora los datos que explican su significado, tamaño, importancia, autores y la relevancia que tiene en la Batalla de Rocroi, contienda que fue plasmada con gran precisión por el pintor catalán Augusto Ferrer-Dalmau.
Quien conozca bien la trayectoria de la revista Azagala habrá podido acercarse a los artículos de Benigno, dado que, al ser licenciado en Historia, ha ido publicando con una precisión encomiable algunas vidas de personajes ligados a Alburquerque. Trabajos que son el resultado de investigaciones directas, no obtenidas a partir de lecturas de otros historiadores. A esta labor le ayuda el residir en una ciudad que cuenta con el Archivo de Indias, un verdadero tesoro para quienes deseen conocer una parte significativa de la Historia de nuestro país.
Por otro lado, quisiera apuntar que en las charlas que mantengo con él suele ilustrarme y detallarme con toda precisión datos que a mí me provocan admiración, pues recordar fechas, genealogías, detalles de acontecimientos históricos, etc., me hacen ver que es necesario tener una gran memoria para no perderse en esa selva de informaciones que nos llegan de acontecimientos del pasado.
Como era de esperar, en una de las ocasiones en la que el gran historiador británico Edward Cooper vino a estar con nosotros en la defensa del Castillo de Luna se vio con Benigno para charlar e intercambiar impresiones sobre la historia de Alburquerque. (En esta fotografía aparecen juntos con Pedro Moreno en el centro).
Teniendo en cuenta lo indicado, me parece que lo mejor que puedo hacer es transcribir literalmente lo que me indica mi hermano en la fotografía que acompaña a este magnífico regalo:
“La bandera del Tercio Viejo de Alburquerque se encuentra actualmente en el Museo del Ejército francés, en los Inválidos de París. Depositada durante 200 años en la Catedral de Nȏtre Dame, fue entregada por el arquitecto Eugéne Viollet-le-Duc al coleccionista Alexandre de Cluny a mediados del siglo XIX.
Esta bandera de 2 x 2,5 metros (cruz de Borgoña sobre cruz griega amarilla, con cenefas en triángulos alternos rojos y azul pálido) se le atribuye al octavo duque de Alburquerque, don Francisco Fernández de la Cueva y Enríquez de Cabrera (1637-1676), quien estuvo al mando de la Caballería en la Batalla de Rocroi, del 19 de mayo de 1643”.
Con esta detallada información, no me queda más que indicar que la Batalla de Rocroi fue plasmada en un lienzo por el pintor Augusto Ferrer-Dalmau, sobre el que, tiempo atrás, aludí en un artículo titulado Pintar la Historia y que apareció en la edición digital de Azagala. En ese lienzo aparecen de manera destacada dos banderas del Tercio de Alburquerque.
Puesto que ya he escrito sobre él, no voy a volver a describir la relevancia que tiene este magnífico pintor, que se inscribe en ese grupo selecto que encabezó Velázquez, continuó por Goya y llega al citado Ferrer-Dalmau, que entre sus méritos se encuentra pertenecer a la Orden de Isabel la Católica y contar con la Gran Cruz al Mérito Militar y la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes.
No me extiendo más. Solo agradecer a mi hermano por todas las aportaciones que ha hecho para que la historia de Alburquerque sea cada vez más conocida, contribuciones que no pueden olvidarse al estar recogidas en nuestra revista, que se ha convertido en un verdadero documento en el que aparecen bien documentadas las dos últimas décadas de nuestro pueblo.
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