ELÍSABETH GARCÍA ROMÁN
Reflexiones finales
Las funciones que cumplen las imágenes respecto al texto son explicativas y motivadoras, no impulsoras de experiencias para ejercitar alguna actividad en el alumno. Además, no estimulan el juicio crítico o el razonamiento, y ponen de manifiesto la importancia que el franquismo concedió a las imágenes para construir la identidad nacional en los escolares.
Aparecen claras contradicciones en la educación de esos años, ya que al tiempo que reflejan el comportamiento agresivo y nocivo de los considerados enemigos, exigen ese mismo comportamiento y lo alaban cuando se trata de defender la Patria.
La virtud a conseguir en el niño se apoya en el rechazo a las pasiones y, por ende, a los sentimientos. La prudencia y la voluntad deben guiar sus actos. Pero, paradójicamente, se manipulan sus emociones para crear, mantener o anular conductas.
En definitiva, el ser humano carece de libertad y de valor como ser autónomo; es más bien un “agente instrumental” de Dios y de la Patria.
Comentario crítico
En la actualidad, en las democracias consolidadas como la española, cada partido político quiere arrimar el ascua a su sardina con leyes educativas que pretenden hacer proselitismo ideológico y fomentar ciertos valores. Entonces, podemos preguntarnos cómo no iba a utilizarse la educación en una dictadura como la franquista para formas a personas conforme a ciertos principios y valores. Es evidente que entonces se hacía sin ningún tipo de prejuicios, porque tampoco había una oposición que criticara la normativa educativa o planteara una alternativa en este terreno.
No estoy comparando una situación con la otra. Faltaría más. La educación hoy fomenta la libertad y el espíritu crítico, éste último no tanto como debiera, pero es que estamos en el siglo XXI y en una democracia, y en los años 40 acabábamos de salir de una guerra y había que uniformar el pensamiento de todos para evitar otro enfrentamiento futuro.
Aparte de coartar la iniciativa política de varias generaciones, aquel régimen con sus obsesiones generó no pocos problemas de orden psicológico. Aquellas imágenes que infundían miedo, algunas de las cuales hemos visto en este texto de Badanelli, crearon auténticos traumas en muchas personas. El miedo al pecado, el miedo a “arder en las llamas del infierno”, el miedo a Dios, en definitiva, fue una fábrica de formación de individuos reprimidos, especialmente en lo relativo al sexo, que degeneró en conflictos psicológicos.
Sin embargo hay algo que me llama la atención. Tal vez como rechazo a tantos años de inculcar a los españoles los valores de la Patria, estamos actualmente en un país que no especialmente patriótico, donde la gente no se enorgullece de la bandera, como en otros países de mayor tradición democrática. No obstante, no sucede lo mismo con la religión, que durante el régimen fue incluso más promocionada que el deber patriótico, sino que la mayoría de la gente sigue teniendo un sentimiento religioso, si bien no practicante, pero incluso ven mal que se eliminen los crucifijos de las escuelas.
En fin, creo que estamos ante un tema en el que se aprecia nítidamente el poder de la imagen y lo trascendente que ha sido su utilización en el mundo educativo.
PORTADA. Autoridades civiles, militares y eclesiásticas por la calle Santa María de Alburquerque, en una visita al castillo. FOTO ARCHIVO AZAGALA/ CEDIDA. Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción sin permiso.
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