DIEGO BAS AGUADO
En los días de confinamiento por el COVID-19 una de las actividades que me propuse realizar para distribuir el tiempo disponible en esos largos días fue escribir sobre diferentes temas que tenía en mente desde hacía bastante tiempo, varios de los mismos estaban relacionados con mi querido pueblo de Alburquerque y uno de los destacados era el del lamentable estado en que se encontraba ya en esas fechas el Castillo de Luna, nuestro monumento más emblemático.
Pero evidentemente la situación de esos días y de los meses posteriores demandaba la atención prioritaria de las importantes cuestiones sanitarias, sociales y económicas derivadas de la pandemia. Sin embargo el tiempo ha seguido avanzando y, pasados ya unos años, nos encontramos ante la severa realidad del grave estado de nuestra emblemática fortaleza, símbolo de Alburquerque. En mis numerosas visitas a lo largo de los años y estancias en mi pueblo durante los meses de verano, he ido observando la dejadez y el continuo deterioro que día a día va sufriendo el castillo, sin que se ponga remedio alguno y se den los pasos necesarios para restaurar y rehabilitar las partes que más lo necesitan antes de que sea tarde.
Las causas del mal estado de conservación de algunas de sus estancias y murallas se deben principalmente al estado de abandono que durante tantos años ha sufrido la fortaleza, con una falta total de mantenimiento tal y como por su antigüedad sería recomendable realizar. Esto ha originado que hayan ido apareciendo numerosos desperfectos como huecos abiertos en los muros por desprendimientos de piedras, filtraciones de agua en la Torre del Homenaje y en otras dependencias, humedades, acumulación de vegetación en sus muros y en las murallas, etc.
Todos estos problemas se podrían haber evitado si puntualmente se les hubiera prestado la atención necesaria por parte de las instituciones competentes en la materia, a las que correspondía en su momento atender y solventar los distintos daños cuando fueron surgiendo y a las que podían reclamar con insistencia su arreglo. Creo que el Castillo de Luna, Monumento Nacional y Bien de Interés Cultural, es una de las fortalezas medievales más destacadas de la Raya y de las mejor conservadas del Medievo en la Península Ibérica. Una joya arquitectónica que empezó su construcción en el siglo XIII y que ha sido testigo de innumerables acontecimientos históricos se merece un mayor interés y cuidado.
Según la UNESCO, el Patrimonio “es el legado que recibimos del pasado, que se mantiene en el presente y que se transmite a las futuras generaciones”. Todos los alburquerqueños nos debemos considerar herederos del legado recibido de nuestros antepasados y por tal motivo, la obligación de las instituciones, colectivos sociales y de la ciudadanía, se debe centrar en conservar los bienes, investigarlos, divulgar su conocimiento y hacerlos accesibles.
Después del tiempo transcurrido la situación lejos de mejorar ha empeorado aún más, pues no se ha hecho nada para arreglarla, a pesar de que se han publicado muchos artículos y entrevistas sobre el castillo y sus problemas, por ejemplo en la revista Azagala (en sus ediciones digital e impresa). También iniciativas como la campaña impulsada en octubre del pasado año por ADEPA para tratar de que se tomara conciencia del alarmante estado en que se encuentra nuestro castillo o las numerosas denuncias públicas de la situación realizadas por alburquerqueños preocupados y distintas asociaciones como el Colectivo Cultural Tres Castillos, pues parece que los organismos responsables hacen caso omiso y siguen sin actuar con urgencia para evitar que el problema siga creciendo y se solucione del modo adecuado.
El pasado día 18 de octubre tuvo lugar en el Paseo de la Alameda la concentración con el lema “SOS. Salvemos el Castillo de Luna”, convocada por el Colectivo Cultural Tres Castillos, en la que se reclamaba a la Junta de Extremadura el mantenimiento del Castillo de Luna como propietario, gestor y responsable del mismo, facilitando que con celeridad se lleven a cabo las obras necesarias para detener el continuo deterioro que la fortaleza lleva años sufriendo. Me alegra mucho que este acto se celebrara con éxito, con la asistencia al mismo de cientos de vecinos que con su presencia demostraron su deseo de que se aborde cuanto antes este problema y se resuelva con una restauración urgente y conservación adecuada.
Este camino es el que hay que seguir transitando, la reivindicación tiene que continuar, sumando a los diversos ámbitos sociales y económicos de la localidad y divulgando la misma en la región, pues nuestro castillo además de ser la seña de identidad de Alburquerque es parte del gran patrimonio histórico de Extremadura. Reclamación que no debe cesar hasta lograr el objetivo propuesto.
¡Salvemos el Castillo de Luna!
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