jueves, julio 10, 2025
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VIDA Y OBRAS DE ELENA FORTÚN (4): La libertad de ideas

ELÍSABETH GARCÍA ROMÁN

-Villanueva 17, 1914

Eusebio fue trasladado a Guadalajara y hacía vida de soltero, que en realidad era lo que le gustaba, mientras Encarna y los niños continuaron viviendo en Madrid.

-Mayo, 1914

Encarna conoció a Cecilia, hermana de Mercedes y la personalidad de aquella caló profundamente en ella, de manera que, siendo ya una escritora consagrada, da vida al personaje de tía Cecilia, cariñosa, inteligente, conciliadora y capaz de solucionar cualquier situación.

-Santander, 1916

Encarna marchó un verano a Santander, con sus hijos, para tomar baños dada su fe ciega en la medicina naturista, y las aventuras que disfrutó allí, cogiendo conchas caracolas y cangrejos, perdiéndose en una barca y quedándose aislados en una roca a la subida de la marea, las contaría en Celia y sus amigos y en Celia en el mundo.

   Los tres lo pasaron muy bien en la playa, pero a los niños no les sentaron bien los baños y perdieron apetito y adelgazaron mucho, por lo que al año siguiente, pasaron las vacaciones en el campo en lugar de en la playa.

   Por aquella época su madre enfermó y tuvo que pedir ayuda a las Siervas de María para ocuparse de ella por las noches, porque Encarna acababa el día rendida.

-Muere la madre de Encarna, 1917

Encarna estaba agotada tanto física como moralmente. Había sido educada en la idea de que las mujeres necesitan el brazo fuerte de un hombre para que les dirigiera la vida y,

al no tener en quien apoyarse, se sentía insegura en aquellos momentos en que toda la familia dependía de ella.

   El 14 de febrero, a los 66 años de edad, falleció su madre, tras lo cual se sintió desorientada, como perdida. A su alrededor no encontraba nada que la animara. Los niños estaban siempre enfermos y ella tenía unos problemas estomacales que el médico atribuía a una úlcera.

-Torrelavega, 1917

Eusebio fue trasladado a Torrelavega, algo que alegró a Encarna, dado que le horrorizaba la idea de quedarse en Madrid tras la muerte de su madre. Sin embargo, la ilusión le duró poco. Eusebio se pasaba leyendo todo el tiempo que estaba en la casa y siempre estaba de mal humor. Los niños le cansaban y les reñía continuamente por todo.  

   Por otra parte, no encontraban colegio para los niños y solo tenía dos opciones: un colegio religioso con “capilla, cura y enseñanza religiosa a todo trapo”, o las escuelas laicas de las sociedades obreras y republicanas, con una carga de política y adoctrinamiento socialista que le parecía aún peor.

   No había vuelto a encontrar nada con la libertad de ideas del Colegio Alemán, o del Liceo Francés, en Madrid, y no tenía esperanzas de encontrar por allí algo como el colegio que fundó Francisco Giner de los Ríos, la Institución Libre de Enseñanza. Había llegado a la conclusión de que en España no había más que un colegio que estuviera acorde con sus ideas, y ese colegio estaba en Madrid.

   No podía dejar de pensar en Madrid porque no estaba acostumbrada a la vida de provincias y no paró hasta arrastrar a Eusebio hasta allí. 

_________________

IMÁGENES: Elena Fortún, Institución Libre de Enseñanza y Liceo Francés de Madrid.

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