El Festival Medieval concluyó con un gran éxito en cuanto a atracción de visitantes a Alburquerque, pero con carencias importantes que hay que intentar atajar por el bien del futuro de la fiesta. Es indiscutible que la imagen engalanada de nuestra villa es el principal acicate que hace que vengan emigrantes que de otra forma tal vez no lo harían y personas de otras localidades, especialmente de la capital pacense, pero es curioso observar cómo una gran parte de los que vienen se quedan en las terrazas y los bares de la plaza, pero no asisten a los actos multitudinarios del sábado, tal vez porque ya los han visto o porque piensan que no van a tener sitio donde colocarse para contemplarlos.
Por otra parte, la ampliación un metro del paseo de las Laderas no ha servido para prácticamente nada, salvo para talar los árboles y dejar sin mucho espacio a la gente, en cuanto el huerto de las Alcabalas ha quedado inutilizado.
En el número 108 de la edición impresa de AZAGALA analizamos detenidamente lo que ha sido esta edición, aunque aún habrá tiempo para profundizar más a fondo. Lo cierto es que hay que hacer autocrítica, que siempre es positivo para mejorar, y no triunfalismo, que conduce a dormir en los laureles.
El Festival es grande y una fuente de ingresos importantísima para Alburquerque, y la organización ha hecho bien en prolongar los actos durante más días, pero es muy evidente que hay menos representaciones, lo cual no es negativo si la ambientación es buena, pero lo más preocupante es que la participación directa de figurantes en los actos es cada vez más escasa. De ello no tiene la culpa la organización, pero hablamos sobre este asunto en la revista que sale esta misma semana.
El Colectivo Cultural Tres Castillos, editor de AZAGALA, felicita a todos y cada uno de los que han hecho posible esta edición del Festival Medieval, que finalizó con la repetición de una obra dentro del castillo, y con la fiesta mudéjar y danza mora, un espectáculo muy bonito.
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