Aureliano Sáinz
Creo que sin los niños la Navidad no existiría; o, dicho de otro modo, los relatos mágicos de estas fechas son creíbles porque hay unas pequeñas personas en las que la fantasía y la realidad se mezclan en sus mentes, conviviendo de tal forma que a los mayores nos encanta ver cómo disfrutan de algo que, poco a poco o de golpe, fuimos perdiendo y, lamentablemente, ya no podemos recuperar.
Me refiero a la ingenua fantasía surgida de aquellos insólitos y maravillosos relatos que tanto nos gustaban y que nos acompañaron hasta bien entrada la adolescencia, etapa de la vida en la que se suele cuestionar mucho de lo que los mayores han contado.
Y entre esos fantásticos relatos se destaca, cómo no, el de los Reyes Magos de Oriente que llegados de no se sabe exactamente qué países llegan al portal el día 6 de enero.
No es necesario que yo describa algo que todos conocemos al dedillo desde que éramos pequeños y que estoy seguro lo recordamos con toda la carga de ingenuidad, impaciencia y nerviosismo que nos acompañaban los días precedentes antes de que estuvieran en nuestras manos los tan deseados regalos que daban lugar a que la noche anterior escasamente conciliásemos el sueño.
Pero, tal como apuntaba en un artículo anterior, el problema era la fecha, dado que apenas nos daba tiempo de disfrutar de esos regalos, ya que a la vuelta de la esquina nos esperaban de nuevo las clases.
Imagino que, si en vez de llegar ese día tan tardío hubiera sido en Navidad, la penetración de Papá Noel no hubiera sido tan fácil, dado que en los países del Mediterráneo la tradición de los Reyes Magos estaba muy afianzada, al ser un relato que encaja muy bien en los territorios de clima cálido.
Por otro lado, la transformación de la Navidad en fiestas de consumo masivo facilitó la penetración de Papá Noel, un personaje que proviene de las tierras frías del norte de Europa. Él ha sido el gran protagonista a lo largo de estos días. Sin embargo, ahora que se van cerrando las fiestas, el relato de los Reyes Magos se impone rotundamente, dado que en todos los rincones de nuestro país se preparan para la cabalgata que protagonizan Melchor, Gaspar y Baltasar en la que se desbordará el entusiasmo de los más pequeños, que acompañados de los mayores disfrutarán de una noche inolvidable.

En otras ocasiones, he escrito sobre la Navidad a partir de los dibujos de los escolares. Ahora lo voy a hacer sobre los Reyes Magos, cuyo relato emociona a los pequeños. Y he comenzado por este de un niño de cinco años en el que muestra todos los elementos esenciales del Portal de Belén. A ello, le añade un Rey Mago, por lo que, al preguntarle dónde estaban los dos que faltaba, me indicó que ya no cabían y que los dibujaría por detrás.

Tal como he indicado, las cabalgatas de los Reyes Magos, que el 5 de enero desfilan tanto por las grandes ciudades como por los pequeños pueblos, son esperadas con alegría desbordante por los críos de todos los estratos sociales. Una espera, lógicamente, llena de ilusiones e imágenes fantásticas en las mentes infantiles. Y se verán correspondidas cuando aparezcan, según el dibujo de la pequeña autora del dibujo anterior, a ‘Melcho’, ‘Gapa’… y sin respuesta para el rey negro, cuyo nombre no acababa de recordar la niña que, con su mano izquierda, plasmó el tema de la Navidad tomando como referencia a los tres Reyes Magos.

¿Y qué portan los Reyes Magos? La respuesta es muy clara: muchos regalos. Ellos no conciben que unos reyes vengan sin que les traigan aquellos juguetes con los que sueñan en un día tan señalado. Pero, en esa especie de sincretismo infantil, en el que se aúnan elementos dispares, también asoma el abeto, que proviene de tradición foránea, de países fríos, puesto que la fiesta de la venida de los Reyes Magos solo se celebra en países del Mediterráneo, en tierras cálidas como la nuestra.

Ahora, también las niñas empiezan a sentirse personajes relevantes dentro de esos relatos protagonizados por personajes masculinos: Reyes Magos, Papá Noel, el Niño Jesús… Ellas, desde edades tempranas, quieren participar de la aventura de la vida y no ser meras espectadoras de historias, leyendas o fábulas. De ahí, que la autora de la escena que acabamos de ver se haya dibujado a sí misma, junto al árbol de Navidad, el portal de Belén y un grupo de cajas adornadas que representan los regalos tan deseados.
He mostrado solo cuatro dibujos de los muchos que he recogido en los que los Reyes Magos son los protagonistas del relato navideño. Ahora que nos acercamos al final de las vacaciones escolares, ellos son los grandes protagonistas de unos desfiles que demuestran que esta tradición no decae, sino todo lo contrario, que los municipios se vuelcan en unas cabalgatas a las que la gente responde con una presencia masiva. Larga vida, pues, a un relato mágico que hace las delicias de niños y niñas que esperan con impaciencia las luces del alba para acercarse a ver qué les han traído de lo que les pidieron.
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