ELÍSABETH GARCÍA ROMÁN
El castillo de Alburquerque, fortaleza que empezó a construirse en el año 1276, gozó de gran valor estratégico: primero, por su emplazamiento respecto a Castilla, de la que fue “guarda e llave”, y segundo, por su inmediación a la frontera portuguesa. Se trata de uno de los bastiones medievales mejor conservados de España, desarrollándose su estructura, con una superficie de cerca de 4.000 metros cuadrados, sobre la cresta de un cerro.
Declarado Monumento Nacional en el año 1924, algún tiempo después, en 1947, tienen lugar las obras más importantes de reconstrucción y restauración del siglo XX, gracias a Juan Pablo Alba López, Delegado Provincial del Frente de Juventudes de Badajoz. A partir de entonces sirve para albergar continuas actividades educativas y socioculturales en las que tuvo un especial protagonismo la Sección Femenina.
En 1987, la asociación pedagógica Escuela de Verano de Extremadura desarrolló un proyecto pedagógico destinado a la plena ocupación del castillo con actividades educativas durante todo el año. Posteriormente fue Centro Extremeño de Estudios en Educación Ambiental y, más tarde, hasta el año 2007, albergue juvenil.
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