Por AURELIANO SÁINZ
Dentro de la investigación del estudio de los roles familiares llevada a cabo a través de los dibujos de los escolares, y que estoy presentando en Azagala digital, una modalidad que se da tanto dentro de las familias tradicionales como de aquellas en las que los padres empiezan a participar en las tareas del hogar es aquella en la que los hijos varones no realizan ninguna actividad dentro de la casa.
Tras debatirlo en clase con los alumnos, y una vez realizados los dibujos en los colegios que participaron en esta investigación, pueden parecer paradójicas ciertas conclusiones a las que hemos llegado. Lo cierto es que, con bastante frecuencia, son precisamente las madres (y las abuelas, en caso de tenerlas) las que más insistían en que los hijos no tienen que ayudar a poner o quitar la mesa, ni a hacerse la cama, ni limpiar, ni cocinar… puesto que todo esto eran trabajos de las mujeres de la casa y que para eso estaban ellas.
Lamentablemente, este es uno de los mecanismos psicológicos por medio del cual los chicos interiorizan la idea de la superioridad masculina, dado que ellos son excluidos precisamente por parte de las madres (y de modo indirecto por los padres) de unas tareas domésticas que ellos sí veían hacer a sus hermanas, en el caso de que las tuvieran. Y si no tenían hermanas, asumían que estos trabajos forman parte de la identidad femenina, ya que presenciaban cómo su madre se encargaba de llevar adelante el trabajo de la casa, aunque su padre colaborase en algunas tareas.
Como ejemplo claro de lo que indico, sirve el dibujo de la portada, que fue realizado por un niño de 9 años, que se encontraba en cuarto curso de Primaria. En la escena puede apreciarse que su familia está formada por cinco miembros, observándose una clara diferencia entre las actividades que realizan los dos pertenecientes al género femenino, ya que su madre y su hermana aparecen limpiando, y las que llevan a cabo los que pertenecen al masculino, puesto que él mismo se dibuja con su hermano, ambos sentados en el sofá jugando con la “play”, mientras que su padre, también sentado en el sofá, mira el ordenador.
Pero no solo el autor del dibujo que comento separa a los miembros de la familia por los roles o actividades que ejecutan dentro de la casa, sino que, incluso, espacialmente hace una clara división de los géneros, puesto que en la izquierda de la lámina agrupa a las dos del género femenino y en la derecha a los tres del masculino.
Esta clara división en el seno de la familia, tal como he apuntado, acaba interiorizándose en los hijos varones como algo natural, como si fuera un orden establecido desde siempre y al que hay que respetar, puesto que quienes tienen el poder y la autoridad moral, de un modo u otro, lo han manifestado. Todo esto hará que sea muy difícil, cuando ellos tengan más edad, que comprendan y asuman la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, puesto que se han formado en una familia en la que esos valores no se practicaban.
Dentro de los numerosos dibujos de esta modalidad recogidos en esta investigación, aparte del que corresponde a la portada, selecciono una pequeña muestra de seis con el fin de que sirvan de ejemplos de lo que comento. Como veremos, en ellos se aprecia una diversidad de actuaciones de las figuras paterna y materna, aunque también se comprueba que los hijos varones se sienten excluidos de cualquier responsabilidad dentro del hogar.
En este primer dibujo, realizado por una chica de 11 años que se encontraba en sexto curso de Educación Primaria, vemos cómo se manifiesta esta concepción de la familia que he comentado, a pesar de que el padre participa limpiando la mesa. Así, vemos que la madre que está planchando le dice a su hijo: “Hijo, tú también tienes que ayudar”, al tiempo que este, sentado en el sofá y con un portátil entre las piernas, le contesta: “Estoy haciendo un trabajo”. Al responder de este modo, piensa que su hermana, que ayuda portando un plumero, sí tiene que hacerlo dado que es una chica; aunque, es de suponer, que ella también estudie o necesite consultar el ordenador.
Pasamos al dibujo de una niña también de 11 años. En este caso, la familia está formada por seis miembros: tres femeninos y tres masculinos, tal como puede apreciarse en la escena, dado que la separación de los géneros es totalmente clara. En la izquierda de la lámina aparecen la madre, la hermana y la propia autora que están preparando la mesa para comer; en medio del espacio traza la propia mesa, como si fuera una barrera que divide no solo a los géneros, sino también a las funciones a realizar, dado que, en la derecha de la imagen, se encuentran sus hermanos y el padre que no hacen nada, a pesar de que el tema propuesto era “la familia haciendo cosas en la casa”.
La autora del tercer dibujo, una niña que tiene 9 años, ha acudido a dividir la lámina en cuatro partes para expresar los roles familiares colocando en cada una de ellas a los cuatro miembros de la familia. Comienza por la izquierda de la parte superior en la que aparece su padre, sentado en una silla de oficina y delante del ordenador; a su derecha, muestra a su madre cocinando. Ya en la parte inferior, se presenta a ella misma estudiando y, en otro lado, a su hermano mayor durmiendo en la butaca, circunstancia un tanto sorprendente, pues suele ser al padre al que a veces se le dibuja en este estado. De todos modos, la autora presenta de modo claro a su hermano no solo sin hacer nada, sino metido en la cama.
Otra forma de representar a la familia realizando actividades dentro del hogar es a través de una sección de la casa para que puedan verse las distintas habitaciones que la componen. Es la solución que encuentra esta niña de 10 años, de modo que es posible comprobar lo que hace cada uno de los miembros. Así, en la parte superior, aparece su madre tendiendo la ropa; en la intermedia, se encuentra ella misma estudiando; en la de abajo, a su padre lo traza arrodillado abriendo un armario; y, por último, a sus dos hermanos jugando con la pelota. Se entiende que dentro de la casa no es el lugar para este tipo de juego, pero, como no ha dejado espacio exterior, los muestra en el interior, dando a entender que ellos no tienen ninguna responsabilidad dentro de la casa.
También el autor del dibujo anterior, un niño de 9 años, acude a representar la casa en forma de sección, pero, en este caso, muestra el exterior de la misma para situar a su padre podando un árbol; además, se dibuja a sí mismo columpiándose y a su hermano jugando con el balón. Dentro de la casa se encuentra únicamente su madre, que la dibuja planchando, una tarea eminentemente femenina en los dibujos de los escolares. El conjunto de la escena podemos interpretarlo como manifestación de que el trabajo de la casa le corresponde a la madre, mientras que el padre colabora en alguna tarea, al tiempo que los hijos no tienen responsabilidad en las tareas del hogar, puesto que ellos se dedican a jugar.
Cerramos los análisis de este grupo de dibujos con el de un chico de 10 años en el que muestra a los miembros de la familia separados con líneas verticales para que se pueda ver a cada uno de ellos con el rol que realiza en el hogar. En este caso, al padre y a la madre los representa realizando alguna actividad dentro de la casa, mientras que los hijos no tienen nada que hacer dentro de ella. Así, comienza con su hermano mayor en el cuarto de baño peinándose; pasa a la cocina, donde muestra a su padre haciendo la comida; en tercer lugar, se dibuja a sí mismo en el salón de la casa cambiando de canal de televisión; por último, a su madre, en el pasillo, yendo a la cocina a ayudar al marido.
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En el primer artículo de esta serie, Durmiendo en el sofá, analizábamos el modelo familiar más tradicional, aquel en el que el padre no hacía absolutamente nada dentro de la casa. Este que le sigue, al que he titulado Los hijos no hacen nada, los varones tampoco asumen ninguna actividad, como si el trabajo de la casa no fuera con ellos. Y esto a pesar de que a la figura del padre se la muestra, en algunos casos, participando en las tareas. Esto nos da a entender que, incluso en estas modalidades familiares, a los hijos se les educa sin asumir ninguna responsabilidad; y que, en todo caso, son las hijas las que sí deben tener alguna actividad, sea colaborando o estudiando, pero nunca jugando o de brazos cruzados.
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