JOSÉ MANUEL LEAL/ FRANCIS NEGRETE. CARTA A LOS LECTORES
En estos días hemos asistido al problema de mayor calado en cuanto a su gravedad y al eco en los medios de comunicación en general. El robo de una decena de armas ha servido para sopesar la reacción del gobierno local, de los grupos de la oposición y a pequeña escala de los vecinos de Alburquerque.
En principio la comparecencia rápida del alcalde fue positiva, así como la del PP y el PSOE y, aunque desconocemos si va a haber un encuentro entre los tres líderes políticos o convocarse un pleno extraordinario, como piden los populares, creemos que es necesario ese diálogo entre los grupos que componen la corporación y tampoco estaría de más esa convocatoria ordinaria de pleno en la que se visualice la postura de cada cual.

Asimismo, entendemos que han existido tanto críticas positivas como otras oportunistas en un tema muy delicado. Desde luego poner al mismo nivel a los anteriores gobiernos vadillistas que al actual gobierno de IPAL es tan injusto como falso. Todo el pueblo sabe, menos los que no quieren saber, que quienes desmantelaron el cuerpo de la policía local fueron el alcalde Ángel Vadillo y su sucesora Marisa Murillo. Porque todo lo ocurrido está demasiado reciente como para olvidarlo. Los policías se marcharon del pueblo porque llevaban varios meses sin cobrar sus nóminas, porque no tenían trajes en condiciones, porque tenían que patrullar con sus propios vehículos, porque les pusieron unos horarios imposibles con el único objetivo de que renunciaran y se marcharan a otras localidades, porque incluso esas armas robadas fueron compradas después de casi dos años de exigirlas a través de todos los medios, incluso de los sindicatos, porque Vadillo se negaba a adquirirlas asegurando en su estilo populista y demagógico que prefería “gastar ese dinero antes en jornales que en armas”.

Desconocemos cómo es posible que los ladrones conocieran de primera mano el lugar donde estaba el armero, porque incluso quienes hemos entrado en el ayuntamiento durante años desconocemos su ubicación y ni siquiera algunos concejales la conocían. Entendemos que las líneas de investigación van por ahí: capturar a los criminales y a quien o quienes han sido sus cómplices.
Parece evidente que las armas deberían haber estado mejor custodiadas o que el ayuntamiento debería tener alarmas que saltaran en cuanto alguien accediera a ese lugar, pero también es evidente que la actual corporación ha heredado tal cúmulo de problemas y ruina que a nadie se le habrá pasado por la cabeza pensar que unos profesionales del crimen podían entrar en el consistorio, en el centro del pueblo, conocieran el depósito de armas y fueran capaces de acceder a su interior y llevarse el botín. Ahora, a toro pasado, es fácil criticar que no se hubiera pensado en ello, pero que nosotros sepamos, ni nadie del gobierno ni de la oposición pensó nunca que un caso tan extraordinario podría darse, ni presentó iniciativa alguna para poner alarmas. Pero está claro que el máximo responsable es el gobierno local, porque para eso tienen responsabilidades en temas de seguridad.

Hemos de recordar que en la Base Militar de Botoa, con 3.000 personas entrenadas y sus medidas de seguridad, en la noche del 27 al 28 de febrero de 2011 varias personas entraron hasta el armero y se llevaron 20 fusiles de asalto y 10 pistolas.
Es pronto para conocer en profundidad los pormenores del robo en Alburquerque, pero es evidente que la falta de agentes de policía es un estímulo para bandas que se dedican a robar, y por tanto recuperar a más agentes debe ser una prioridad, tal y como han pedido los dos grupos de la oposición en nuestro pueblo. E insistimos, es necesaria una reunión entre los tres líderes políticos: Gutiérrez, Prieto y Paniagua, y que el alcalde les facilite todas las explicaciones oportunas y se pongan de acuerdo en si es necesario convocar un pleno y cuáles son las informaciones que se puedan dar al pueblo sin poner en riesgo el operativo de las fuerzas del orden para resolver este caso gravísimo de criminalidad.

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PORTADA: Noticia de 2021, cuando Alburquerque perdió a sus últimos policías durante el gobierno de Marisa Murillo.
FOTO 2: Noticia de 2019, gobernando Ángel Vadillo.
FOTO 3: Juan Pedro Pulido, único policía actual en Alburquerque, que regresó tras el cambio de gobierno, protestando durante el gobierno vadillista por el trato sufrido.

FOTO 4: Noticia de cuando el ex alcalde se negaba a comprar armas para la policía.
FOTO 5: Noticia de la comparecencia del ex alcalde diciendo que los policías mentían y que sus reivindicaciones eran un montaje de esta revista
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