miércoles, octubre 8, 2025
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Ha fallecido mi hermano Benigno

Aureliano Sáinz

Este domingo pasado, en Sevilla, ciudad en la que él vivía y tenía a su familia, falleció mi hermano Benigno, tras una larga y dura enfermedad. Enfermedad que él la llevó con enorme dignidad y entereza, a pesar de que su mujer también tiene una salud muy delicada, pero contaba con la constante ayuda y el cariño de sus hijas Ana Rocío y María José, que nunca dejaron de prestarle el apoyo que necesitaba.

Él era el cuarto hermano de una larga familia, cuyos miembros actualmente residimos en distintos lugares; aunque es Sevilla donde se encuentra la mayoría, ya que en esta ciudad acabaron mis padres sus últimos días.

Si traigo a la revista Azagala esta triste noticia se debe a que Benigno también era natural de Alburquerque, pero, sobre todo, porque se mostraba como un verdadero apasionado de la historia de nuestro pueblo, dado que, al ser licenciado en Historia de América, desde el primer número de la revista empezaron a aparecer sus trabajos de investigación sobre personajes relacionados con nuestra tierra, al tiempo que solía ilustrar esos artículos con sus propios dibujos.

Han sido, pues, sesenta artículos, a doble página, en los que desplegaba todo el enorme conocimiento acumulado, que mayoritariamente obtenía de los documentos del Archivo de Indias, ese gran edificio renacentista que se encuentra en el centro de la ciudad hispalense.

Esta pasión por la historia yo la palpaba cuando charlábamos por teléfono o cuando lo visitaba desplazándome desde Córdoba, que es el lugar en el que resido. Me asombraba su enorme memoria al citar personajes, fechas y lugares, con una gran facilidad.

Conociendo ya su situación, le indiqué que recorrería las páginas de Azagala para recopilar todos los artículos que había publicado en nuestra revista, con el fin de darles publicidad, de modo que quienes estuvieran interesados pudieran acceder a ellos sin mucha dificultad.

Por otro lado, sabiendo él mismo cómo su salud se iba deteriorando, tuvo la acertada idea de convocarnos a todos los hermanos el año pasado para que nos viéramos en un restaurante en las afueras de Sevilla y estar juntos una tarde con el fin de disfrutar, junto con otros miembros de la familia, de un encuentro en el que él y los suyos se verían arropados por esa extensa familia que formamos.

Una vez que su vida se ha apagado en una tarde apacible del otoño, he acudido a buscar una imagen para que lo recordemos en sus rasgos de persona tranquila, apacible y de gran cordialidad con quienes mantenía relación. Y la he encontrado en una fotografía que pertenece a una de sus últimas venidas a Alburquerque, que coincidía con una visita al Castillo de Luna, ya que contaba con la presencia del gran historiador Edward Cooper. De ahí que al ser una fotografía grupal, he entresacado su imagen de forma que aparece la mano de un amigo al echarle el brazo sobre el hombro.

No deseo extenderme más. Solo decirle a mi hermano Benigno que siempre estará en la memoria y en el corazón de todos nosotros: su familia, sus hermanos y de aquellos que conociéndole sabían de su buen carácter y de su abierta amabilidad.

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