domingo, mayo 18, 2025
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LA EDUCACIÓN EN EL CONVENTO DE SAN FRANCISCO. Entrevista a Francisco José Negrete, alumno de BUP

ELÍSABETH GARCÍA ROMÁN

Francisco José Negrete Castro estudió el Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) en el antiguo convento. Cuando le hice esta entrevista era profesor universitario y trabajaba como psicólogo de familias en la Mancomunidad.

-Elísabeth García. ¿Había una gran diferencia entre la escuela y este colegio?

Francisco J. Negrete. La primera diferencia la noté nada más entrar en el centro. Los alumnos del Colegio de Segunda Enseñanza me parecían muy mayores, como si fueran nuestros padres. Recuerdo que nos hicieron las novatadas y a mí me cogieron entre cuatro y me colocaron en una manta para lanzarme hacia arriba. Subí a la altura de uno de los viejos balcones del convento.

-¿Y en cuanto a los profesores?

Eran todos de fuera de Alburquerque, excepto uno, Luis Flecha, que nos daba Gimnasia, Historia y Música. Eso sí, casi todos ellos se quedaron a residir en el pueblo, y esto era positivo porque estaban implicados con nuestras familias y participaban en actividades fuera del centro. 

-Entonces, los profesores que tuvo se implicaban en la vida social de Alburquerque.

-Sí, tanto que dos de ellos fueron los primeros dos alcaldes democráticos que tuvo este pueblo tras la dictadura. Javier Carretero y Juan Viera llegaron en el curso 1977/78 y ambos se integraron en la candidatura del Partido Comunista de España que concurrió a las primeras elecciones municipales democráticas, las del año 1979. Carretero, que era además director del Colegio Libre Adoptado, lo hizo como candidato a la alcaldía y Viera era el tercero en la lista. En aquellos comicios electorales, UCD obtuvo seis ediles, por cuatro del PCE y tres del PSOE. Un pacto entre estos dos últimos partidos dio la alcaldía a Javier Carretero. Menos de un año después, éste fue trasladado a Palma de Mallorca. Pudo haber solicitado una excedencia, pero el sueldo del ayuntamiento no le daba para vivir y optó por marcharse. Le sustituyó Juan Viera, quien, en el año 1983, ganó con mayoría absoluta, ya en las filas de Izquierda Unida. Éste sí pidió la excedencia para dedicarse por completo a la alcaldía.

-¿Te gustaba aquel centro?

-Tenía cierta magia. Las aulas eran muy antiguas, con aquellas bóvedas tan hermosas, aquellas tinajas enormes, los recovecos y rincones inexplorados, las habitaciones cerradas con llave que parecían guardar secretos de ultratumba… Recuerdo que en un lugar del claustro en el que pasábamos muchos recreos, mucho tiempo después, sobre el año 2005, en unas obras de reforma apareció una habitación oculta tras una pared y estaba llena de imágenes de santos y otras reliquias del pasado.

   Aparte de eso, en mi caso la ubicación del colegio era ideal, a unos 150 metros de mi casa, el número 1 de la calle San Francisco.

-¿Cuántos alumnos habría aproximadamente en ese colegio de secundaria?

-No sé la cifra, pero estudiábamos los alumnos que superamos la EGB de Alburquerque, La Codosera, Villar del Rey y San Vicente de Alcántara. En conjunto la población de estas localidades sumarían entonces cerca de 20.000 habitantes.

-¿Pero las condiciones de habitabilidad del centro eran buenas?

-Bueno, no teníamos calefacción, pero tampoco la había en aquellos años en el colegio de primaria. Nos calentábamos con estufas de butano. Pero en los meses en los que apretaba el calor, allí, con aquellos muros enormes, estábamos frescos.

-¿No había un patio para el recreo?

-¡Qué mejor patio que el claustro del convento y las enormes habitaciones de la planta de abajo que no se utilizaban porque todas las aulas estaban arriba! Además, hay que tener en cuenta que el convento se construyó en los arrabales del pueblo y, aunque en los años 70 ya se habían construido viviendas en la zona de San Andrés, estábamos a menos de 100 metros del campo, y entonces, en el recreo no teníamos que permanecer dentro del centro, sino que podíamos ir a donde quisiéramos.

-¿Piensa que el hecho de haber estudiado en un edificio protegido, que está catalogado como Bien de Interés Cultural, le ha hecho ser sensible con el patrimonio?

-Es algo que pienso a menudo y no sé si es que las nuevas generaciones no sienten un apego al patrimonio, ni siquiera al que tienen cercano, porque Alburquerque es una localidad con una parte declarada Conjunto Histórico-Artístico. El caso es que aquellos que estudiamos en el viejo convento nos hemos visto en numerosos actos a favor de la conservación del patrimonio, nos hemos encontrado muchos años después luchando por salvar edificios históricos y denunciando atentados contra el patrimonio. Es el caso del castillo de Luna, declarado Monumento Nacional, que iban a desvirtuar completamente para construir una hospedería. Junto a ADEPA (Asociación para la Defensa del Patrimonio) combatimos juntos muchos antiguos estudiantes de aquel hermoso edificio, y no había casi nadie que hubiera estudiado en el instituto nuevo, construido en 1993. Es como si el hecho de haber formado parte del viejo convento, hubiera servido para educarnos en el cuidado y el respeto por el patrimonio.

-¿Consiguieron paralizar el proyecto?

-Fue increíble, Adepa logró involucrar a ICOMOS, a la Asociación de Amigos de los Castillos, a otra asociación conservacionista regional, e incluso a un profesor de prestigio internacional, Edward Cooper, quien se desplazó desde Inglaterra para apoyar la causa. La Junta de Extremadura y el Ayuntamiento desistieron de desarrollar aquella obra faraónica que consistía en construir junto al castillo una torre de hormigón de 35 metros de altura para albergar ascensores en su interior y una pasarela acristalada de 20 metros de longitud que perforaría la muralla para que los clientes del hotel accedieran al interior de la fortaleza. Luego cambiaron el proyecto por otro menos agresivo, y lo tenemos denunciado en los tribunales. Tanto el presidente de Adepa como varios miembros de la junta directiva de la asociación son antiguos alumnos del Colegio de Segunda Enseñanza, nombre con el que se le conoció siempre. Adepa solicitó que la hospedería se instalara en la parte privada del convento, con el fin de que se pudiera conservar y rehabilitar.

-¿Cómo se encuentra actualmente el edificio?

-Está cerrado y eso me entristece. Pasó a diario por la puerta porque mi madre sigue viviendo en la plaza de San Francisco. Estaban ejecutando obras para adecuarlo como albergue y se paralizaron a principios del año 2011. Me resulta difícil mirar hacia la entrada principal porque han eliminado, destrozándolas, las viejas escaleras de granito por las que subíamos a las aulas. Lo hicieron en un día y no dio tiempo a reaccionar. A mi juicio se trata de un atentado contra el patrimonio.

-Un catedrático, Agustín Escolano, comenta en una de sus obras que los bienes de la escuela, que hasta hace poco fueron excluidos de los archivos de la memoria oficial, ahora se buscan, conservan y difunden, porque forman parte de nuestra identidad narrativa desde que la experiencia escolar forma parte de las formas comunes de sociabilidad. Esos bienes que se encontraban en el viejo colegio de Segunda Enseñanza, ¿se conservan actualmente?

-Las autoridades locales no tienen cultura de la conservación de los bienes patrimoniales catalogados, cómo van a haberse preocupado de los objetos educativos que usamos en el convento. Seguro que los han tirado a la basura, si es que alguien con algo de sensibilidad no se ha llevado algún bien a su casa. Los pupitres, los encerados, el material escolar, todo eso se perdió. 

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FOTOGRAFÍAS: Imágenes del antiguo instituto en el convento y de Francis Negrete en su época de estudiante.

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