Hace unos años me salió al encuentro un señor para pedirme que un día, cuando pudiera, fuera a la Casumba y le hiciera una foto junto a otros amigos que, cada tarde, desde hace muchos años, en invierno se cobijan del frío entre sus muros viejos y desvencijados y en verano aprovechan la larga sombra que proporcionan sus paredes tristes. Aquel hombre sabía que a la singular casona le quedaba poco tiempo de vida y fue en busca mía para inmortalizar con una fotografía los momentos de distensión que aquel grupo de viejos camaradas habían pasado junto al último testigo de lo que un día fue el Rodeo.
Corría el año 1891 cuando se creó la Feria del Ganado en la zona de la dehesa, un lugar entonces virgen. Años después, a principios del siglo XX, se construyó la Casumba con el fin de que sirviera de estancia a las autoridades durante los días en que se celebraba aquella feria que los alburquerqueños adoraban y a la que llamaban el Rodeo, nombre que permanece fijado con imágenes hermosas en la memoria colectiva de nuestros antepasados.
Nicolás Generelo, el simpático zapatero alburquerqueño que tuvo una de las mentes más lúcidas entre los mayores de nuestro pueblo, me contaba que en la Casumba vivió Carrillo el pregonero y Cecilio el policía, quien más de una vez persiguió por la dehesa a los muchachos “peletes” cuando iban a bañarse a la charca, donde estaba prohibido darse un chapuzón porque las mansas aguas de aquel abrevadero de agua entonces se cuidaban como oro en paño. Nico se lamentaba de la desaparición de símbolos del pasado de Alburquerque como la lancha de la Faseja, la charca y ahora la casumba. Una persona más joven que le escucha sonríe como diciendo para qué querrá éste esos lugares inútiles. Y esa es la auténtica controversia: la conjugación del pasado y el futuro. Todos tienen razón y, aunque lo ideal es que ambas cuestiones se complementen y no haya que destruir las huellas del pasado para abrir el camino del futuro, no siempre es posible y a veces hay que renunciar a uno para permitir el paso al otro.
Cuando el día 21 de septiembre de 1996 me enteré de que el derribo era inminente, corrí hacia el lugar recordando la petición que me hizo aquel señor de tomarle una foto a su grupo de amigos sentados a la sombra del viejo y curioso caserón, pero era demasiado tarde, la mañana del día 20 las paredes de la Casumba habían sido demolidas. Sentí una gran impotencia y un fuerte sentimiento de rabia, no ya por el edificio derribado, sino por no haber podido cumplir el deseo de aquel hombre que, seguramente, se habrá quedado sin su deseada foto. A fin de cuentas yo nunca conocí la Casumba en su esplendor y siempre la he visto en ruinas, mientras él habrá vivido momentos emocionantes entre sus viejas paredes, no ya ahora, sentado junto a ella, sino en su juventud, en aquel mágico Rodeo que ha marcado la memoria sentimental de nuestros mayores.
Me detuve unos segundos sobre el lugar donde estuvo la Casumba, junto a las máquinas que la habían echado abajo. Nicolás Generelo me había contado que la banda de música tocaba en la pequeña terraza que había delante del caserón en los días de la feria del ganado. De pronto me pareció escuchar la música alegre de una orquesta y cerré los ojos. Se me venían a la cabeza caras de alburquerqueños a los que me gusta escuchar cuando me cuentan cosas del pasado. Allí estaba Fermín, Juan Lavado, el propio Nicolás, Adrián Morgado, Maruja Barrantes…Tenían los mismos rostros que ahora, pero una destreza endiablada en los pasos de baile. Enseguida sacudí la cabeza y regresé a la realidad. La Casumba ha pasado a la historia. Probablemente algunos lloraran en silencio su pérdida y otros, los jóvenes de hoy en día, ni siquiera sabrán que existió y que formó parte de la vida y la memoria sentimental de muchos alburquerqueños.
Nosotros, desde AZAGALA, queremos hacer nuestro sencillo homenaje a este símbolo del pasado con este artículo y la foto de aquel edificio singular y bonito que fue derribado en 1996.
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FOTO 1: Imagen de la hermosa Casumba
FOTO 2: José Bueno y Pepe Gordillo, en 1951, en el Rodeo, junto a la Casumba
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