Aureliano Sáinz
En el primer trabajo que he propuesto este curso en la Facultad de la Universidad de Córdoba donde imparto docencia, como apunté en un artículo precedente, estaba referido al mundo de los abuelos, tomando como explicación el capítulo del libro El dibujo de la familia en el que yo comentaba cómo los escolares los representaban cuando se les planteaba la realización del dibujo de la familia en sus centros de enseñanza.
Una mayoría de alumnos de la clase optó por iniciar sus comentarios escritos partiendo de las experiencias que habían vivido con sus abuelos. Esta parte era opcional, dado que, tal como les indiqué, no estaban obligados a hablar de su propio mundo familiar, puesto que en ocasiones las experiencias no han sido lo suficientemente gratas que ellos hubieran deseado.
A pesar de esos casos minoritarios, gran parte de los estudiantes los recordaban con enorme cariño. Por otro lado, me pareció interesante diferenciar lo que decían acerca de los abuelos de lo que recordaban de sus abuelas, pues siempre hay matices que los diferencian. Así pues, en esta ocasión selecciono cuatro párrafos de lo que significaron las abuelas para ellos y que nos ayudarán a entender esa relación cargada de afectos.
Bien es cierto que fueron las alumnas las que incidieron con mayor énfasis en esta relación, puesto que una vez que se han pasado los años de la primera infancia, son las que mantienen una ligazón más estrecha con las abuelas, pues, entre otros aspectos, estas acaban siendo un apoyo incondicional y las confidentes de sus nietas.

1. “Mi abuela materna es una figura esencial y constante en mi vida. Es una persona cariñosa, generosa y siempre dispuesta a dar lo mejor de sí. Le encanta que vaya a su casa a comer, y siempre me dice que soy su motivación para cocinar, ya que soy la única nieta que come de todo y disfruta de sus guisos. Cuando cocina para mí, lo hace con una ilusión que me emociona. Para mí, mi abuela es un verdadero referente: cuando estoy con ella, todo lo malo se desvanece. Es mi refugio, mi calma y mi apoyo incondicional. Además, fue la única que me tendió su mano cuando me tuve que ir de casa, y eso es algo que jamás olvidaré y le agradeceré toda la vida, ella se puso en mi lugar y sufrió mucho por mí. Siempre ha estado a mi lado, tanto en los buenos como en los malos momentos”. (N. S.)
2. “Desde pequeña vivía en la casa de mi abuela con mi hermana y mi madre, por lo que estoy muy unida a ella. Mi madre tenía un trabajo complejo en el que trabajaba muchas horas y yo siempre me quedaba con mi abuela. Me contaba anécdotas pasadas, me daba consejos, jugábamos juntas, de vez en cuando yo era un poco traviesa y me tenía que castigar, pero normalmente siempre me encubría, era mi cómplice. Es por ello que, a día de hoy, es la persona más importante de mi vida. Cuando me ocurre algo malo siempre recurro a ella, y lo mismo cuando me ocurre algo bueno; siempre está para mí, para ayudarme a solucionar problemas, y alegrarse de mi cuando consigo algo”. (C.P.)

Los dos párrafos que acabamos de leer pertenecen a alumnas que han manifestado ese sentimiento de apoyo y complicidad que encuentran en sus abuelas, incluso, cuando ya son mayores. También hay casos en los que los alumnos indican que prefieren comunicarles a ellas algún problema por la gran capacidad de empatía que muestran con sus nietos en los momentos difíciles.
Pero no son solo las relaciones de confidencialidad lo que suelen manifestar en sus escritos. Tanto los alumnos como las alumnas recuerdan con enorme cariño su infancia al lado de sus abuelas, no solo por los juegos, sino porque también son fuente de conocimiento y de aprendizajes de tradiciones que parecen que en este mundo digital acabarán siendo arrinconadas.
3. “Mi abuela materna fue y es una de las personas más importantes en mi vida. Siempre se alegra de mis logros como si fueran suyos, además de estar siempre en los momentos no tan buenos. Cuando era pequeña me encantaba ir a su casa y pasar tardes enteras allí junto a ella y junto a mi familia, por ejemplo, aprendiendo crochet, aprendiendo a coser, en la piscina, jugando a juegos de mesa, etc. Es cierto que ahora la visito con menos frecuencia, pero sigue siendo igual de importante para mí. Por último, desde que soy pequeña me ha acompañado a todos los lugares en los que he bailado (teatros, ferias, en la calle, etc.)”. (A. T.)
4. “Mi abuela materna y mi abuelo paterno han vivido muy cerca de mí, casi como vecinos. Esto me ha permitido siempre tener una relación muy cercana con ellos. Ir a sus casas era como ir a mi lugar seguro, como mi segunda casa. Recuerdo que siempre me iba a estudiar con mi abuela, porque ella se sentaba conmigo y me ayudaba de todas las formas que se le ocurrían, fueran con canciones, con dibujos y siempre me encantaba porque me reía un montón con todas las historias o cosas que se le ocurrían. Pasar tiempo con ellos me llenaba de paz y seguridad”. (L. S.)
Creo que estos párrafos son suficientemente elocuentes para comprender qué significan las relaciones con las abuelas, especialmente, las que establecen con sus nietas (también con sus nietos). Son conexiones cargadas de emotividad, y sin que medien los móviles, tal como suele acontecer cuando se ven con los amigos o amigas. A fin de cuentas, imagino que ellos terminarán haciéndose conscientes de que el mundo virtual, en el que se encuentran muy inmersos, conducen a relaciones bastante frágiles y fugaces, puesto que unos lazos emocionales fuertes hay que construirlos con un contacto más directo.
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