FRANCIS NEGRETE/ AZAGALA
Hasta hace unos 40 años era tradicional en Alburquerque el festejo de San Juanito, que era algo así como el patrón de los monaguillos. Por entonces, en cada parroquia había un puñado de estos acólitos de los sacerdotes, por lo que aquella tradición se dejaba notar en nuestra villa.
Durante todo el mes de octubre, los monaguillos recorrían todas las calles, casa por casa, pidiendo castañas, higos, nueces, membrillos y algunas “perrinas”. Iban acumulando todo y el día 1 de noviembre se reunían en la iglesia de San Mateo y, mientras se turnaban para tocar las campanas “a muerto” a lo largo de toda la noche, hacían una fiesta con los alimentos obtenidos. “Con el escaso dinero que sacábamos, solíamos comprar unos pollos fritos y unos refrescos”, nos decía uno de aquellos acólitos, Eduardo Maya, en un reportaje que publicamos en el diario Hoy en 2001.
En aquellos tiempos, los sacerdotes tenían un buen número de monaguillos y actualmente casi no hay ni curas ni acólitos. Además, desde hace unos 25 años, la festividad de Halloween, importada de Estados Unidos, ha ido ganando fuerza en Alburquerque y en toda España.
Actualmente, los niños recorren las calles en la noche del día 31 de octubre, disfrazados de muertos, demonios, murciélagos, con calabazas en las manos, pidiendo tributos gastronómicos, pero sobre todo dinero al grito de “truco o trato”.
También suelen ir disfrazados en los colegios y, sin ir más lejos, ayer en el Centro de Atención Temprana y Habilitación Funcional de Adifisa, se celebraron sesiones grupales con todos los usuarios en las que, con mucha participación y gran éxito por la convivencia entre ellos, tanto los técnicos como los niños fueron disfrazados con la escenografía típica de Halloween y una de las aulas estaba acondicionada para disfrutar con mayor intensidad y realismo de la jornada especial.
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PORTADA: Profesionales del Centro de Atención Temprana, en las sesiones grupales de ayer jueves.
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