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HOMENAJE A EDWARD COOPER

ADEPA

Recientemente nos hemos reunido los miembros de Adepa para, tras la larga pandemia que nos ha obligado a numerosas precauciones, reflexionar sobre nuestra situación, la de Alburquerque y su patrimonio, así como las propuestas que podríamos llevar hacia el futuro.

Uno de los temas que teníamos muy cercano era la venida del historiador Edward Cooper a nuestro país para impartir dos conferencias distintas en Madrid a instancias de la Real Academia Alfonso X el Sabio y del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas). En aquella fecha no sabíamos con certeza si podría acudir a nuestro pueblo, pues había tenido una intervención en la rodilla a finales del año pasado. En caso de que no le fuera posible acercarse, pensamos que podríamos recordar todo el apoyo que nos mostró con un artículo que apareciera en Azagala y el que expresáramos nuestra gratitud por su abierta defensa de la integridad del Castillo de Luna.

Para entender su figura y la relevancia de su obra, conviene hablar previamente de los hispanistas británicos y la relación que han tenido con los distintos períodos de la historia de España.

De entrada, tenemos que indicar que resulta curioso que, en ciertas ocasiones, para conocer la historia de nuestro país haya que acudir a historiadores que han nacido fuera de nuestras fronteras, puesto que son ellos con su mirada imparcial y desapasionada los que suelen ofrecernos investigaciones y trabajos aclaratorios de gran rigor. Con esto no se quiere decir que no tengamos magníficos analistas que han abordado con solidez estudios que nos iluminan sobre nuestro amplio y dilatado pasado, sino que solemos juzgarlos apriorísticamente según sus orientaciones ideológicas, lo que supone cierto cuestionamiento de lo que ellos afirman.

Y si hay un campo de nuestra historia reciente que despierta enormes controversias es la Guerra Civil española y la dictadura de Franco, pues ambas marcaron profundamente el devenir de los españoles, tanto que, si exceptuamos a aquellos estudiantes universitarios que optan por matricularse en esta disciplina, lo cierto es que gran parte de los alumnos de Secundaria y Bachillerato no llegan a estudiar estos períodos, por lo que el profesorado de historia acaba el temario antes de entrar en ellos o pasan de puntillas sobre la Guerra Civil y la Dictadura.

Esto conduce a que, para aclarar las partes más oscuras o polémicas de nuestro pasado reciente y así romper con la capa de silencio que se mantiene sobre estas etapas, tengamos que acudir a las aportaciones de grandes hispanistas, especialmente los británicos.

Y entre esos hispanistas se encuentran Paul Preston (autor, entre otras obras, de Franco: Caudillo de España y El holocausto español); el recientemente fallecido Hugh Thomas (imprescindible su trabajo sobre La Guerra Civil Española); John Elliott (cuyas investigaciones están centradas en La España imperial) o el hispano-irlandés Ian Gibson (que aparte de sus trabajos sobre estos períodos, su obra más conocida está relacionada con la figura de Federico García Lorca).

Estos cuatro autores son bastantes conocidos en nuestro país; sin embargo, no podemos olvidar a Edward Cooper, ya que dedicó toda su vida al estudio de la España Medieval, centrando sus investigaciones en las fortalezas del territorio hispano. Su relevancia intelectual y sus aportaciones no quedan lejos de los anteriormente citados. No obstante, fuera de los círculos de historiadores medievalistas o de especialistas en el patrimonio arquitectónico del Medievo, su nombre no suena tanto como, por ejemplo, los de Elliott, Preston o Thomas.

Creemos que esto se debe a que su campo de trabajo no despierta tanto interés en un público amplio debido a la época que abordó y, también, porque el estudio del patrimonio histórico medieval, o, lo que es lo mismo, el estudio de los castillos y fortalezas de nuestro país no apasionan tanto como los conflictos del siglo pasado.

De todos modos, no deja de ser sorprendente que un joven inglés en la década de los sesenta se interesara por la historia medieval de España, así como por las fortalezas que se habían construido, principalmente, durante los siglos XIII y XIV. Este enfoque le condujo a que viniera a nuestro país en los inicios de los años sesenta, una vez que había finalizado su licenciatura en Historia con el fin de llevar adelante su tesis doctoral, que, por cierto, estuvo dirigida por uno de los grandes hispanistas británicos: John Elliott.

Para comenzar esta nueva etapa de su vida se desplazó a Alburquerque, ya que tenía un interés especial en estudiar el Castillo de Luna, término con el que actualmente conocemos a la fortaleza por haber pertenecido a don Álvaro de Luna, valido del rey Juan II de Castilla. También llevó a cabo un estudio pormenorizado de la historia y la arquitectura del Castillo de Azagala, muy cercano al pueblo, y que, como sabemos, ha sido comprado con la intención se ser restaurado con el fin de hacer viable su mantenimiento y conservación.

Puesto que el recuerdo de las primeras experiencias en el campo de las investigaciones suele dejar bastante huella, no es de extrañar, pues, que pasados los años, en 2008, acudiera a Alburquerque para participar con nosotros en unas jornadas organizadas por la inicial Plataforma, convertida al poco tiempo en Asociación para la Defensa del Patrimonio (Adepa).

Este gran hispanista no tuvo ningún problema en venir a Alburquerque y estar de nuestro lado en numerosas ocasiones para evitar que se llevara adelante el proyecto de la hospedería que modificaría gravemente el carácter de la mejor fortaleza medieval cristiana de la comunidad extremeña. Aquellos fueron años de intensa y tenaz lucha que acabó en los tribunales ante la demanda que interpusimos. Felizmente, en 2014, la propia Junta de Extremadura dio un carpetazo a tan desastroso proyecto.

Este gran amigo hace tiempo que se jubiló de su función docente. En la actualidad cuenta con 80 años, pero ello no es obstáculo para que siga con gran interés el destino de aquellas fortalezas que tuvo como objeto de estudio, entre las que se encuentran, tal como hemos apuntado, los Castillos de Luna y de Azagala.

La vida del hispanista Edward Cooper la ha dedicado con pasión al estudio, la investigación y la defensa de la integridad de las fortalezas de nuestro país. Inmenso trabajo que no debería quedar en el olvido; aunque esto ya es imposible por el importante legado que nos ha transmitido en forma de publicaciones. Pero también las personas necesitan palpar ese reconocimiento, apreciar de modo directo que existe una gratitud hacia la obra que han desarrollado. Es lo que ha acontecido recientemente, tal como apuntábamos al principio.

Así pues, como miembro de la Real Academia Alfonso X el Sabio, impartió la conferencia “Alfonso X en Europa”. También, otra centrada en su trayectoria personal y que llevaba por título “50 años de investigación sobre la España Medieval” en el salón de conferencias del CSIF de Madrid.

Para cerrar este breve homenaje, quisiéramos indicar que el propio Edward Cooper nos ha declarado que no sabe si será la última vez que nos visite o habrá una nueva ocasión en la que podría acercarse a la tierra de los castillos situados en el territorio de Alburquerque. Para quienes le admiramos y apreciamos su amistad, siempre será bienvenido y un gran placer para nosotros contar con su presencia, su compañía y su enorme caudal de conocimientos.