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Manifiesto en apoyo de los trabajadores y trabajadoras del Ayuntamiento de Alburquerque

Hoy estamos aquí, en esta plaza, para manifestar nuestro rechazo más absoluto a la situación tan lamentable que se está viviendo en Alburquerque. No estamos aquí para apoyar a IPAL, que es el convocante de esta concentración, no, estamos simple y llanamente para decir basta ya a los abusos de poder e injusticias que se están cometiendo desde el gobierno municipal. Todos, vecinos, vecinas y personas vinculadas afectivamente a este maravilloso pueblo, como es mi caso, con nuestra presencia hoy aquí estamos demandando un cambio necesario para restituir el buen nombre de esta noble villa y, sobre todo, la dignidad de sus vecinos.

Como todos sabéis, en junio de 2019 Marisa Murillo tomó posesión de su cargo como alcaldesa. Por entonces, ya se habían dejado de abonar hasta tres nóminas a algunos trabajadores, situación que se agravó en diciembre de 2020 y que ha continuado hasta este momento. Esta mala praxis no ha cesado aún, ya que a día de hoy se acumulan hasta once meses de impagos.

En vista de los últimos acontecimientos hay que realizar un ejercicio de extrañamiento, es decir, ponerse en lugar del otro para poder entender y analizar la situación dramática que están viviendo los trabajadores de este pueblo. Sabiendo que la desesperación no entiende de género, permítanme que focalice mi atención en las mujeres que han sido despedidas hace unos días estando de baja por enfermedad y otras contingencias. No conozco el tipo de contrato laboral que tenían, ni las causas del despido ni tampoco en qué condiciones se ha producido este. Lo que de verdad importa son las consecuencias que estos despidos van a tener en la vida a corto plazo de estas trabajadoras. Repito que nuestra solidaridad está con todos los trabajadores, tanto hombres como mujeres, porque el drama del paro no conoce de género, sin embargo, es cierto que en condiciones precarias o de desigualdad, la gran mayoría de las mujeres salen peor paradas que los hombres. No lo digo yo, ahí están las estadísticas. Por este motivo, es evidente que los gestores del Ayuntamiento no han tenido en cuenta la perspectiva de género cuando han despedido a estas trabajadoras. Son mujeres que acaban de ser madres y que están sin trabajo. Son mujeres que llevaban media vida desempeñando sus funciones en el Ayuntamiento y que se han quedado sin empleo. Son mujeres con enfermedades graves que requieren tratamientos agresivos y concomitantes con otras dolencias, que se ven en la calle.

Para mujeres jóvenes con hijos pequeños, para mujeres que se han especializado en ciertos trabajos y tienen edades comprendidas entre los cuarenta y cincuenta años o para mujeres que sufren las secuelas de una enfermedad, va a ser más complicado encontrar un nuevo empleo; mucho más que para un hombre en las mismas circunstancias.

Llevaban meses sin cobrar su salario, que es uno de los elementos básicos junto con el fruto del trabajo de las relaciones contractuales que se establecen entre empleador y empleado y ahora, además, las han despedido.

Al desgaste emocional y psicológico de llevar tantos meses reclamando sus derechos, que a muchos ya les ha costado la salud, se une ahora la impotencia de ver como son castigadas con un despido.

No hay descanso para los trabajadores del Ayuntamiento. Hace un par de semanas, a través de las redes sociales, tuvimos conocimiento de la situación por la que estaba pasando otra trabajadora del consistorio. Relataba que fue relegada de sus funciones y confinada en un despacho sin tarea que desempeñar durante su jornada laboral. Este es un delito que está tipificado en el código penal, concretamente, en el art. 173.1 que castiga con la pena de prisión de seis meses a dos años, al que “infligiera a otra persona un trato degradante”. Pues bien, no dar tarea a un trabajador o trabajadora es humillante, es degradante y es indigno.

Quiero terminar con unas palabras, que no son mías, las dijo Marisa Murillo en junio de 2019, durante su toma de posesión. Os las recuerdo: “Este nuevo grupo de gobierno continuará la línea de trabajo de Ángel Vadillo para mejorar la vida de la gente”. Esa línea de trabajo que heredó Marisa Murillo ha sido tan frágil y quebradiza que ya está rota. Igual de rota que las esperanzas de estas cinco mujeres y del resto de los trabajadores y trabajadoras.

Charo Ceballos

Miembro del Consejo de Redacción de Azagala

Alburquerque 15 de Octubre de 2021