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EL EFECTO MATEO (Segunda parte)

JUAN ÁNGEL SANTOS

El período que siguió a aquella “cruzada nacional” iniciada en 1936 es, posiblemente, el de mayor empobrecimiento de la economía española en toda su historia. Hasta mediados de los años 50 no volverán a recuperarse los niveles previos al conflicto. Serán años de “miseria, muerte y pensamiento único” años de hambre, racionamiento, aislamiento y autarquía. Entre 1939 y 1941/42, murieron en España no menos de 200.000 personas por causas derivadas de la mala nutrición y de enfermedades asociadas. El período de la autarquía que media entre 1939 y 1959, fue como indica el historiador José Miguel Martínez Carrión, “la etapa más negra de la España contemporánea”, al menos, para una inmensa mayoría de españoles.

“Nuestra Cruzada es la única lucha en la que los ricos que fueron a la guerra salieron más ricos” dirá el General Franco en un discurso celebrado en Lugo el 21 de agosto de 1942. Sin duda el nuevo régimen fue una oportunidad para el enriquecimiento de quienes supieron entender el mensaje. La fidelidad inquebrantable y la sumisión incondicional eran generosamente gratificadas por el Dictador. La corrupción, el cohecho, las puertas giratorias, los días de montería y las jornadas de pesca…todo esto que hoy nos es tan familiar en la política española, era ya de uso frecuente en los despachos y fincas de recreo del franquismo. Serán muchas las familias que pasarán a engrosar las lista de “millonarios emergentes” surgida a la sombra del poder y espoleadas por el “milagro español” de finales de los 50, desde la propia familia Franco a apellidos tan ilustres y reconocibles como Serrano Suñer, Girón, Cortina, Alcocer, Banús, Koplowitz, Meliá, Barreiros…. Muy interesante resultan, para conocer los entresijos de esta etapa, los trabajos del periodista Mariano Sánchez Soler.

“Hay dos clases de economistas; los que quieren hacer más ricos a los ricos y los que queremos hacer menos pobres a los pobres.” (José Luis Sampedro)

El siglo XXI ha cambiado el trasfondo de las cosas, pero sin perder la esencia. Las guerras han dado paso a las crisis ya sean financieras o sanitarias, sin embargo, el efecto ha sido el mismo: la brecha entre ricos y pobres no ha dejado de crecer.

La crisis financiera de 2008 tuvo efectos negativos sobre el empleo y sobre la renta per cápita de los españoles, sin embargo, permitió que los ricos pasaran a ser más poderosos y que las desigualdades se agudizaran en el marco de un capitalismo desbocado al que, algunos economistas, ya le ponen fecha de caducidad.

Bajo el título ¿Bienestar público o beneficio privado? La Ong Oxfam Internacional presentó un informe en enero de 2019, poco antes de la cumbre de Foro Económico Mundial de Davos, en el que detalla que en 2018 la fortuna de los multimillonarios se incrementó en un 12% (unos 900.000 millones de dólares) mientras que 3.800 millones de personas, la mayoría pobres, vieron disminuir sus rentas en un 11%. En aquella fecha, 26 multimillonarios, acumulaban en sus cuentas la misma riqueza que la mitad de la población mundial. Respecto a España, dicho informe revela que la recuperación económica habida tras la crisis, favoreció cuatro veces más a los ricos que a los pobres. El resultado es que el 53,8% de la riqueza se concentra en manos de un 10% de la población española.

Y si esto no era suficiente, cuando comenzábamos a respirar, con la soga todavía apretando el cuello, la pandemia del COVID/19 vino a darnos la extremaunción, condenando a la pobreza severa a cinco millones de españoles. Y, mientras tanto, la fortuna de los 10 hombres más ricos del mundo, encabezados por Jeff Bezos, fundador de Amazon, creció en 540.000 millones de dólares entre marzo y diciembre de 2020, la mitad de la riqueza total de España en ese mismo año. En nuestro país, la riqueza de los 23 hombres más ricos aumentó, según la revista Forbes, un 16%, unos 14.000 millones de euros.

A la desigualdad y el empobrecimiento han venido a añadirse problemas de orden social que, de manera recurrente acompañan a los períodos críticos a lo largo de la historia. La búsqueda de culpables se habría traducido en una radicalización de las posiciones ideológicas que oscilan entre el paternalismo y el intervencionismo en las libertades individuales, propuesto por la izquierda radical, hasta los mensajes racistas y xenófobos promovidos desde una renaciente y pujante ultraderecha. También se ha incorporado un nuevo término al diccionario de la exclusión social: aporofobia, esto es, el odio al pobre. Como si la pobreza y la necesidad fuera una situación deseada y confortable, como si el hambre fuera un fin, un destino ideal, una meta en la vida.

En España, la tasa de riesgo de riesgo de pobreza no ha bajado del 20% desde 2009. En Extremadura llegó a situarse cerca del 39% en 2017 sin que, a la fecha, haya bajado del 30%, más de 330.000 extremeños y extremeñas al borde del abismo, demasiadas familias pasándolo mal, algo que en nuestra tierra se ha convertido en una costumbre difícil de conciliar.

¿Y Alburquerque?… Teniendo en cuenta que, según el informe elaborado en 2020 por la European Anti-Poverty Network (EAPN), el umbral de pobreza en Extremadura  era, en 2019, para una familia de dos adultos y dos menores de 14 años, de 13.711 € netos al año, no es difícil aventurar, a falta de datos objetivos, que el riego de pobreza en Alburquerque ha crecido a mayor ritmo, sobre todo, en el último año, lastrado por la falta de inversión pública y por los impagos reiterados del Ayuntamiento tanto a trabajadores como a proveedores.

No es fácil en un pueblo como el nuestro llegar a un nivel de renta neto de 13.711 € al año en una familia en la que solo uno de los cónyuges trabaje y, aun llegando, la fragilidad y las dificultades en el hogar son inevitables. Nada hace pensar que la situación pueda mejorar a corto plazo, teniendo en cuenta que, la principal empresa municipal, que es el Ayuntamiento, se encuentra en situación de quiebra económica y moral.

Los sueños se han convertido en deudas y las promesas en locura y obstinación. Los pobres siguen en su pobreza y los gobernantes en su indiferencia. “Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor se escapa por la ventana.”, solo el divorcio entre el cacique y el trabajador, nos traerá el bienestar.

 

 

 

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