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El “extrañamiento”

CHARO CEBALLOS

El “extrañamiento”, en etnografía, nos permite percibir que en otros mundos sociales las personas no hacen lo que yo haría, pero además nos lleva a construir una actitud relativista ante lo que no encaja con nuestros esquemas etnocéntricos. Cuando observamos un comportamiento en los demás que no cuadra con lo que nosotros haríamos, tendemos a juzgarlo de forma precipitada, como un modo inferior o deficiente de hacer las cosas. El “extrañamiento” ayuda al observador, por tanto, a entender la anomalía como una fuente de reflexión para acabar entendiendo por qué las gentes hacen tal o cual cosa, llegando a la conclusión de que, si nosotros estuviéramos en su lugar, probablemente haríamos lo mismo. Desde la primera concentración a la que asistí en apoyo de las reivindicaciones de los trabajadores del consistorio de Alburquerque he venido observando cómo ha aumentado gradualmente el número de participantes en las mismas, tanto de público, como de afectados y afectadas por la mala gestión del equipo de gobierno. Esta gestión ruinosa ha tenido como consecuencia, entre otras, el impago de nóminas desde diciembre del año pasado a sus trabajadores.

Hagamos un ejercicio de “extrañamiento”, ¿por qué hay todavía trabajadores afectados que no reivindican sus derechos en las concentraciones de los viernes?, ¿por qué los que se han ido sumando recientemente a esas concentraciones no lo hicieron hace tiempo? No es fácil responder a estas preguntas, y el motivo no es otro que las distintas situaciones particulares que estas personas tienen y que condicionan y condicionaron su participación en las mismas. Para poder entender el comportamiento de los otros, hay que ponerse en su lugar, “extrañarse”, para poder reflexionar y obtener conocimiento. Mi observación, sin embargo, va más allá, justo donde no puedo mirar, se cuela en el interior de las casas de los que no cobran su sueldo desde hace ya siete meses, y como no puedo ver lo que hay dentro, lo imagino. Imagino a padres y madres de familia pensando en cómo afrontar los pagos del mes corriente: agua, luz, hipoteca, comida para sus familias, medicamentos, material escolar. Imagino su impotencia ante la desidia y la indolencia de los políticos que han permitido esto. Imagino la angustia de esos padres y madres ante una situación que no parece tener solución a corto plazo. Reivindicar nuestros derechos es importante, pero llevar un plato de comida a la mesa también. Podemos solidarizarnos con los trabajadores y trabajadoras que están pasando por una situación tan lamentable, pero cuando se cierra la puerta de sus casas son ellos y ellas los que han de enfrentarse solos a esta difícil tesitura.

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Portada: Trabajadores municipales concentrados en la plaza.

Foto. Nevera casi vacía.