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Yo (no) soy feminista

CHARO CEBALLOS

Cuando alguna mujer dice que no es feminista mi mente evoca a Simone de Beauvoir, la insigne filósofa francesa. De Beauvoir pensaba, y así se lo dijo a Sartre, que ser mujer no le había pesado, es decir, que no había supuesto para ella ningún tipo de discriminación. La filosofa llegó tarde al feminismo, cuando ya frisaba los cuarenta años, pero como dice el refrán: “nunca es tarde si la dicha es buena” y, Simone de Beauvoir, gracias a esta revelación tardía, escribió “Segundo sexo”, pilar del feminismo y libro que todas las mujeres deberíamos leer. En él se comienza a criticar, entre otras cuestiones, el esencialismo biológico imperante y a diferenciar el género del sexo biológico que, hasta entonces, se entendía como el criterio absoluto que define el ser persona. Ya que, como indica Amelia Valcárcel (2013), la construcción social de lo que significa ser hombre y ser mujer es la que ha condicionado la vida de las mujeres en todas las culturas y sociedades. En concreto, en la sociedad occidental, postula Henrietta Moore (1996), las ideas acerca de la mujer están asociadas a los conceptos de matrimonio, hogar y niños y, aunque la situación ha cambiado bastante si la comparamos con nuestras abuelas o madres, ciertas estructuras que articulan el sometimiento de la mujer en la sociedad no han experimentado variaciones significativas. La maternidad y las actividades concomitantes de ella derivadas han limitado y limitan, todavía hoy, las responsabilidades públicas de la mujer y su proyección profesional.

Esta no es una afirmación sesgada de feminista devota, las excedencias por cuidado de hijos e hijas en la Comunidad Autónoma de Extremadura en el año 2017 fueron solicitadas por 415 mujeres, sin embargo, durante el mismo periodo de tiempo solo lo hicieron 40 hombres. Si comparamos estos datos con los del año 2005, observamos cómo el número de excedencias por cuidado de hijos e hijas han experimentado un aumento de casi el 92% para mujeres y del 300% para los hombres. Desde mi punto de vista, estos datos no son significativos si tenemos en cuenta que, en el año 2005 solamente 10 hombres solicitaron la excedencia para cuidar de sus vástagos, siendo 217 las mujeres que lo hicieron en el mismo año. Es decir, en 12 años las cosas han cambiado poco con respecto a quién se queda en casa cuando llega un nuevo miembro a la familia. No hay nada que impida a un hombre cuidar de sus vástagos con la misma diligencia que lo hace una mujer, es más, algunos estarían felices de poder hacerlo, pero no existe ni una sola cultura en la que los roles que ambos desempeñan en la sociedad no estén normativizados y, esto es lo que hace que nuestro comportamiento esté condicionado por nuestro sexo biológico y no por nuestro deseo.

Por eso es tan importante el feminismo, porque en el reparto de roles, aunque algunos hombres también han sufrido las consecuencias de “ser hombre”, la peor parte nos la hemos llevado nosotras.  Por tanto, todas las mujeres deberíamos ser feministas y no aceptar, sin cuestionar, el orden social establecido.

Las mujeres tenemos tan interiorizado el papel que nos han atribuido en la sociedad que eso es justo lo que hacemos en muchas ocasiones, aceptamos que “ser mujer” tiene unas consecuencias que asumimos como derivadas de nuestra biología y aceptamos sin más. Las cosas no son como nos las han contado y el feminismo ha hecho posible que nosotras podamos tener una vida distinta de la de nuestras antepasadas, que, al menos, podamos elegir. Ser feminista no significa querer ser como un hombre, sino tener los mismos derechos que ellos, es decir, poder tener responsabilidades en el ámbito público sin que se cuestione nuestra aptitud para desempeñar ciertos trabajos o nuestra capacidad para tomar decisiones solo por el hecho de ser mujer. Los derechos que hoy disfrutamos las mujeres como el del voto, el de la propiedad privada o el de ser elegidas para cargos públicos, no se han conseguido diciendo: “Yo no soy feminista”. Desde la declaración de Seneca Falls en 1848 hasta que las mujeres pudieron votar en Francia (1944), existe una distancia temporal de casi un siglo. Pensemos por un momento cuál hubiera sido nuestra situación actual si el movimiento feminista no hubiera existido. Tenemos mucho que agradecer a las mujeres que reivindicaron esos derechos para todas nosotras. ¡¡¡Sé feminista, mujer!!!

 

 

NOTAS

 

-1: Valcárcel, Amelia (10 de mayo de 2013). Cuestión de Género.

https://canal.uned.es/video/5a6f3845b1111fbd3a8b46dc.

-2- Moore, Henrietta. L. (1996). Antropología y Feminismo. Madrid: Cátedra.

-3- Fuente: Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social. Más información en:

http://www.empleo.gob.es/es/estadisticas/contenidos/anuario.htm-4- Convención de Seneca Falls fue la primera convención sobre los derechos de la mujer en Estados Unidos, realizada del 19 de julio al 20 de julio de 1848