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Los pioneros (3)

AURELIANO SÁINZ

Vamos cerrando la década de los sesenta, tan fructífera musicalmente, con grupos y cantantes que fueron muy conocidos en aquella época. Algunos tuvieron una larga trayectoria, mientras que otros, caso de Nino Bravo, su vida tristemente se truncó tempranamente como le aconteció a Cecilia.

A la mayoría de ellos los recordamos por una o por varias de canciones que han traspasado el tiempo. Otros, como aconteció con Fórmula V y su canción ‘Cuéntame’, sorprendentemente, volverían a resucitar a partir de una muy famosa serie televisiva. Hoy, imagino que todo el mundo sabría tatarear tan popularizada, a posteriori, canción.

El rock, el pop, las baladas, las canciones con tintes clásicos, incluso, la penetración por el jazz, son los caminos por los que transitan quienes eran por aquellos años conocidos principalmente a través de las ondas de la radio.

Por otro lado, el diseño de las portadas se cuidaba cada vez más, aunque todavía estamos lejos de la profesionalización que posteriormente se daría en este campo que forma parte ineludible de la promoción y venta de aquellos singles, EPs y elepés que salían al mercado.

Avanzamos, y en esta tercera entrega de los Pioneros veremos a Lone Star, Fórmula V, Módulos, Pop-Tops, Santabárbara, Karina, Miguel Ríos y Nino Bravo.

Hablar de Lone Star es citar a un grupo que naciendo en 1958 en Barcelona, atraviesa décadas grabando discos en los que las baladas, el rock e, incluso, sus incursiones por el jazz son habituales en ellos. Sin embargo, a pesar de los numerosos temas que nos legaron, hay dos por los que siempre se les recordarán: Mi calle y Lyla. Traigo, en este caso, la portada del single que contiene Mi calle, grabado en el sello EMI, que, como vemos, es un dibujo a tinta china, lejos de las habituales portadas basadas en fotografías en las que nos mostraban a todos los componentes de los grupos.

En una línea musicalmente muy distinta del anterior habría que inscribir al grupo madrileño Fórmula V, que optaba por la exitosa fórmula que llegaba de los Estados Unidos, basada en canciones desenfadadas con la única pretensión de hacer bailar a los jóvenes en los guateques que por entonces se montaban, como antecedente de lo que serían los preámbulos de las futuras discotecas. No me voy a extender en su renacida Cuéntame, que sería su éxito más popular y del que muestro la portada del single que, con tonos amarillos, aparecía de modo destacado.

Exactamente una década fue la vida que tuvo el cuarteto madrileño que se apodaron Los Módulos, puesto que naciendo en 1969 se disolvieron diez años después, es decir, en 1979. Sus influencias, según su líder Pepe Robles, provenían del rock progresivo y de la psicodelia, teniendo como referencia especialmente al grupo estadounidense Vanilla Fudge. ¿Y cuál sería la canción que los Módulos nos dejaron para el recuerdo? Efectivamente: Todo tiene su fin, canción con la que lograron encumbrarse por entonces.

El deseo de adaptar temas de la música clásica siempre fue una tentación por parte de cantantes y grupos. Uno de los que acertaron en esa aventura musical fue el septeto madrileño, surgido en 1967, con el nombre de Pop-Tops. Liderado por Phil Trim, cantante nacido en las islas caribeñas de Trinidad y Tobago, adaptaron el archiconocido Canon de Pachelbel con el título de Oh Lord, Why Lord. Tuvieron el espaldarazo internacional, ya que esa canción llegó a entrar en las listas de éxitos de Estados Unidos. También hay que citar a su Mamy blue, aparecida en 1971, otro de sus éxitos con los que se les recordará.

No me resisto a citar a un trío un tanto sorprendente como fue Santabárbara, puesto que le recordamos por su canción muy melódica titulada Charlie. Nacido en Barcelona como grupo en 1969 con el nombre de Época, pasa posteriormente a denominarse con el nombre por el que se le ha conocido. Y cuando he dicho el término de ‘sorprendente’ se debe a que sus inclinaciones iban desde el pop hasta el hard rock. Esta situación daba lugar a que en la cara A de los singles apareciera una balada, caso de Charlie, y en la B temas que les acercaban a Cream, Deep Purple, Led Zeppelin o Black Sabbath.

No podemos olvidarnos de las numerosas voces femeninas que por entonces aparecieron en el panorama de los sesenta. Pero si hay una que consiguió enorme éxito fue la jiennense María Isabel Llaudés, que adoptó el nombre musical de Karina. ¿Quién no recuerda Las flechas del amor, El baúl de los recuerdos o La fiesta? Eran canciones juveniles, alegres y desenfadadas que llegaban fácilmente a las adolescentes, pero que también, hay que decirlo, les encantaba a sus madres. Guste o no, hay que reconocer que su trayectoria es increíble, pues habiendo publicado su primer disco en 1961 llega hasta 2018 con Sin mirar atrás. ¡Nada menos que 57 años grabando!

¿Y qué decir del incombustible Miguel Ríos? Es imposible dar mínimamente una semblanza de alguien que en 1962 publica su primer EP con el nombre de Mike Ríos y cierra en 2010 con su álbum Bye bye Ríos. Y aún, ocasionalmente, sigue en activo. Todo un ejemplo de entrega a la música en la que se acumulan los éxitos. Pero como hablamos de los Pioneros, no está de más citar que entre sus primeros éxitos se encuentra el Himno a la alegría, adaptación del último movimiento de la novena sinfonía de Beethoven, que contó con el apoyo de Waldo de los Ríos. Llegó al número uno en Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y en los Estados Unidos. Un éxito que no lograría ningún otro cantante hispano.

Cierro con otro gran cantante que, al igual que sucedió con Cecilia, su vida también se vio tempranamente truncada. Me refiero al valenciano Nino Bravo, que a sus 28 años tristemente falleció en un accidente de carretera. Cronológicamente, su trayectoria habría que situarla en los inicios de los setenta, dado que grabó sus cinco álbumes de estudio (Te quiero, te quiero; Nino Bravo; Un beso y una flor; Mi tierra y Volumen 5) entre 1970 y 1973. Con su magnífica y potente voz nos dejó espléndidas canciones, entre las que se encuentra la inolvidable Libre.