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Cartas emponzoñadas (III)

ANTONIO L. RUBIO BERNAL

Puerto de Albahacar, próxima la Navidad 2020

¡Hola, Rosita, bienaventurada; heme aquí, disfrutando de la dicha! ¡Cuánto me alegra recibir tus cartas; ya van dos! Aquí, junto a la chimenea, donde las leo y releo una y otra vez, pareciese como si mi mente cogiese carrerilla ora recordando ora imaginando. ¡Qué me alegra tener mi lumbre en esta cocina matancera! (“cuchitril”, la llama mi nuera), me da compañía, me entretiene y lo mejor, me anima a leer y a escribir. Cuando me adormilo recuerdo esos días de perro en pleno campo, escuchando cómo el viento, silbando, azota los árboles, cómo los animales permanecen inmóviles por el miedo o cómo una teja del cobertizo rueda que te rueda hasta caer al suelo haciéndose añicos. Me remonta también a la época en la que vivía mi esposa y me pedía que le hiciese migas, rebanadas a navaja sobre el pecho, como a ella le gustaban: con ñoras, torreznos y aceitunas. ¡Qué tiempos; todo lo bueno pasa! Aquí hay días que pareciese que ni he vivido; ¡qué triste! Precisamente mantener este epistolario ha hecho que en mí despertase el afán, pues llevaba tiempo sin él; y es necesario; el afán da vida, entusiasma, eleva la moral. No creas que no te envidio, tú, tan joven, luchando por un sueño; yo, con el aplome de la edad, sin ilusiones, sin más.

Hablaste de agua, de lo que llovía ahí; aquí, hogaño, escapamos bien. Llovió con frecuencia y no cuatro gotas; así que el otoño solventará medio año a los ganaderos y, según el dicho, otoño con agua, criadillas haylas. ¡Qué buenas estofadas! Acaricio el invierno cada vez que estoy aquí, sentado en mi asiento de corcho, contemplándola, mimándola, sintiéndome mecido por el baile incansable de sus llamas; ahora con las “pelonas” (¡qué pena que en esta casa ya no se mate, con lo rico que están los chorizos coloraos en tripa ancha por el Medieval! De moo que ahí tienes, no me muevo de su lado hasta que no abre el día y saco una medía de la frasca y bebo tinto con aceitunas sobre la teta del pan tierno. Un manjar; un poquito de Paterna de la Ribera y… a soñar; créeme, hasta el cielo, a veces, desciende y se rinde a mis pies. Tampoco yo he visto el mar, y tres leches me da. A propósito, por aquí se habla de que sí vuelve el “Chimpuneo” por julio, que si la Junta negociará con la marca o qué sé yo; pues, consejo de viejo les doy: que ponga la “tela” a buen recaudo, porque si no, ya se sabe, las perras aquí emigran como las aguanieves. ¡Rico de verdad su arroz! ¿Por qué siempre esta desconfianza e inseguridad con el ayuntamiento? ¿No se darán cuenta? ¡Qué rabia!

Respecto a tu pregunta del libro, ello no; nuestros gerifaltes pasan del manual del Fuero, de la “Cueva Subterránea del Medievo”, del “Fortín del Luna”, del “Metro-Goldwyn-Mayer”, del “Paseo de las Desdichas”, de las calles y sus enormes socavones, de los espejos, de la basura… vamos, de todo lo que debieran ser sus quehaceres. Y no puedo preguntar, porque al Tronera no le veo; entre la Covid y que dejó el Cónclave revistero, no viene por aquí, así que en su cochera presumo que seguirán reposando en una caja de esas de cartón. A mí me dio uno, te lo puedo dejar. El único pueblo aforado que se quedó sin ejemplares, toma ya; sin costarnos una perra, y sin poder presumir de algo propio. Pues así es too aquí.

A quien sí saludé el otro día fue a su amigo Pum Pum (no sé, lo mismo lo conoces por Enrique Negocio); yendo a la biblioteca (con las tres “emes”, como tú me dijiste), él que venía, como siempre, con prisas. Y juraría que se molestó cuando le dije que había venido a visitarnos a su pueblo, sí, pero que éste ya agonizaba, que los políticos lo tienen moribundo; en el centro, repleto de casas viejas, descuidadas unas, amenazando ruina otras (menos mal que el mentor se deshizo del palacio de la Calle Pata; si no se entera de lo que vale un peine). Y le recordé que Puerto fue grande antaño, cuando vivían sus padres, y mucho antes, pero que daba auténtica pena en el presente; y que si algo de dignidad quedaba, ésta debía llevarnos a protestar, dando la cara y denunciando, y que yo lo hacía a mi manera, escribiendo en “La Proterva” (pena siento por no escribir como Muñoz Molina, porque si no… a buen seguro me leería más gente, ¿verdad?), y que por qué no se sube también él al carro, con lo clarividente que es en sus razonamientos; y me respondió, el muy joío, que la recibe en Madrid y le encanta, sobretodo el tal Eugenio, que lo que sabe del pasado, y también del habla; el Tronera, que qué lengua tiene, que si viviese su madre, la señá Luisa, como era, de comunión diaria, que llega hasta escribir en el periódico Hoy sobre la falta de democracia de nuestra alcaldesa en los plenos; la Conce, que lo que le gusta; Negrete, que lo que le recuerda a su padre Manolete, el de las telas; qué se yo la retahíla que soltó. Todo ello, pasadas ya las prisas, ahora gesticulando con las manos, con los dedos estirados, recordándome a los molinos de La Mancha; ahora tocándose la comisura de sus labios con los dedos pulgar e índice como si fuese a sorber; siempre en actitud reflexiva, mirando hacia el suelo, sin perder el hilo, haciendo pausas que retoma con soltura y rebatiéndote de este modo: “sí, de acuerdo, pero…”, a la que se toca sus pelos acaracolados a lo Punset.

Para desgracia de todos nosotros hay muchos puertoalbahaqueños entregados al ocio, rindiendo culto a la holganza y preocupados sólo de aquello que pudiese venir de “La Casa de los Truenos”, ahora ya “Mansión del Silencio” porque para no dar la nota con la entrada del “ex”, se llevan los cenáculos a la Casa de la Cultura y ya nos dirán sus paredes qué escucharon, si “la acctal” dimite o persevera, si el “ex” volverá a palacio, si conoceremos a otro o qué harán con Puerto. Te juró que no sé, ni puñetera falta que hace, a qué clase social pertenezco, pero jamás anduve cual lameculos a ver qué viniese de la bondad del prójimo; mi pundonor me ha acompañado siempre; no como este cabildo que por no tener no tiene ni la valentía necesaria para dar las explicaciones oportunas.

Voy a dejarte. Esta carta la empecé hace tres días; me cuesta, no creas, pero escribiendo me pasa como a Luis (Landero) en “El balcón en invierno”: “ayer comencé a escribir… y aunque al principio las cosas iban bien… luego… me fui poniendo cada vez más y más triste, hasta que al llegar al final me sentí profundamente abatido”. Para mí otra razón no hay: ¿quién me mandaría a mí hablar de Puerto? La mejor de tus venturas, Rosita. Cuídate mucho.

Monsaraz, próximo el año 2021

            ¡Hola de nuevo, Sr. Ramiro! Esté tranquilo, cierto que, aunque le parezca extraño, su nieto me confesó: vamos a tomar algo que mi abuelo me ha dado veinte euros para que me los gaste contigo. Me habló de las criadillas, qué ricas; ¿las ha probado con langostinos? A ver si cuando vaya las hay y se las preparo.

Para ser la primera vez que regresaba a la villa fui sola, mi padre se quedó en Vila Viçosa, en su Taverna dos Conjurados con Poliana, su pareja. No gasto mucho tiempo con ellos, prefiero vivir con mi prima en Monsaraz; sinceramente, a ella no la aguanto; lo siento; nos respetamos y cada una por su lado. Meu pai tem todo o direito do mundo e eu tenho o meu. ¡Qué vamos a hacer, relaciones personales! Ni la verdad me pertenece, ni discusiones quiero. Ya le daré detalles, entre otros de la artimaña que pretendió llevar a cabo con la hacienda de mi madre, siendo yo hija única. Algún día le hablaré de esa pequeña y encantadora ciudad, de la que hasta su nombre suena bello; escuche, por favor repita conmigo: ¡Vila Viçosa! (¿a que sí?), donde aún conservamos el palacete de mis abuelos y mi padre sigue con sus caldos en Borba. Espero le hayan gustado los vinos; para Navidad llevaré otra cajita para la familia y dos botellas para usted solito, con sacacorchos incluido, y las guarda en su “cuchitril”; para mí gusto, los mejores, los de uva Trincadeira. Recuerdo mucho las migas que nos hizo; y las aceitunas rajadas, ¡qué bien le salen! Nós portugueses amamos azeitonas. Y de migas, dos platos me comí. Me tiene que dar su receta.

            Cierto, saludamos a Enrique Pírez; sus hijos, guapísimos, tanto él como ella. Me comentó lo de la “Contem”; esperemos tener suerte, todos vacunados ya, la Covid superada y gocemos de un festival único. ¡Quién sabe, lo mismo para entonces eso es diferente a lo de ahora, en lo que respecta a la corporación! Agustín, como siempre, echará el resto. Sería un sueño increíble poder escuchar a Vetusta Morla, ArticMonkeys, Clap your hands say yeah, Los Punsetes o gente así en el pueblo. Deseosa estoy de poder leer un artículo al alimón con su hija Patricia sobre la música indie en la última década. Están puestos.

          De Puerto ya me cuenta cosas, sí; no sabe lo que se lo agradezco; los dineros, según aterrizan, parece ser que siguen peligrando, y llevamos una racha con las subvenciones que parece ser que no llega ni una (a decir verdad, sería una bicoca que sin liquidar las deudas con el Estado, llegasen); el abandono reina en sus calles, y ¿qué llama ahora a Las Laderas “Paseo de las Desdichas? Jajaja, es único. Lo de la Metro también me ha hecho gracia. Pero fíjese a qué se presta nuestra villa; establezca relación entre lo ocurrido y lo que dijo, entre otras cosas, el historiador Martínez Ruiz “no hay cosa más abyecta que un político”, al que tenía como hombre (en estos tiempos, también mujer) que se mueve mecánicamente, pronuncia inconscientemente discursos, hace promesas sin saber que las hace, estrecha manos a personas a quienes no conoce, y sonríe, sonríe, siempre con una estúpida sonrisa automática, emblema de la estupidez humana. Y yo añadiría “considerándonos bobos al resto”. A mí estas palabras me recuerdan todo lo vivido en la última campaña electoral local socialista. En el pueblo la democracia pareciese terreno propicio para los mediocres, carentes de fe en el progreso y gustosos de recibir dádivas sin cuestionamiento de derecho. Nada peor puede tener un pueblo, sea español o portugués, que muchos derrotados por el tiempo (que si “en los tiempos que corren”, que si “qué hacer en estos tiempos”, que si “me hubiese tocado vivir en otros tiempos”, que si…), fracasados, entregando su “afán” al abandono, a la desidia, a verlas venir, renunciando a participar en la vida y olvidando que no tendrán “otros tiempos”, sean éstos españoles o portugueses.

¿Le importaría que Negrete llevase las revistas a su casa? Es que no sabe dónde dejarlas, quando o meu está fechado. Espero que não incomode a sua nora. Voy a dejarle; marcho para Évora y la N 18 IP 2, aunque autovía, lleva mucho tráfico a estas horas, y ya sabe cómo nos las gastamos los portugueses conduciendo. ¡Muitos voam! Beijos e até outra ocasião, de Rosita, la portuguesa. Cuídese de la Covid, que pronto nos vacunamos.