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REFLEXIÓN DOMINICAL. ¡Monsieur Manin, por favor, visítenos!

(A todos aquellos lugareños que, desde la oposición política o desde el compromiso y testimonio personal, han luchado, o siguen luchando, por lograr una democracia “justa y representativa” en nuestra villa. Con todo mi reconocimiento, ¡ánimo! Queda trecho, desfallecer is the last drop).

ANTONIO L. RUBIO BERNAL

Antes de que comience, preciado lector, le imagino en esta mañana de domingo –no sé si agridulce; una más de esas que todos tenemos-, ante un buen desayuno, con su pareja –la soledad es mala-, escuchando un poquito de música. Influye la edad, yo lo haría con Vivir mi vida, Mark Anthony. ¡Venga, búsquela en YouTube y dense un homenaje matutino!

30 de agosto, la Iglesia Católica celebra San Fantino el Joven, quien se consumara por Cristo con vigilias y trabajos (S. X), situándose, de ese modo, en las antípodas de aquello que hacen nuestros representantes locales en lo que debieran ser sus tareas y desvelos diarios en pro de la gestión municipal.

Ni aunque corran tiempos oscuros e inciertos se dota a las vías de algo tan básico como es la luz “eléctrica”. Sí, ha leído bien: ¡luz eléctrica! –antiguamente decían “bombillas en las calles”-. En algunas zonas urbanas de Abu-al-Qurq cualquiera de ustedes –se presta a comprobación-, o va a tientas o acciona la linterna del móvil, sin que valga estar soportando, como vecino, uno de los IBI más altos de Extremadura. ¡Arrea! De manera natural se ofrece un a modo de ambientación novelística, como “La Caverna”, de José Saramago, de la que apuntase su autor que “ha sido escrita para que la gente salga de la caverna”, sólo que nosotros estoicamente lo sufrimos desconociendo el porqué, o, como señalara el otro, ¡porque nos da la real gana!

Pero, ¿qué se puede esperar de este equipo gubernamental que nada hizo durante el año 2019, salvo lo que es público y notorio, y en la misma senda continúa en 2020? Podrían erigirnos paradigma de una gran confianza política depositada por el pueblo y vilipendiada por sus gobernantes, no sólo por su falta de gestión sino, aún peor, de ideas; de ahí que por más vergüenza que algunos sientan –pensaba en los escasos “sensatos” que son de la cuerda-, siempre surgirá de la boca del pícaro opositor, o del “sin cuerda”, aquello de “disfruten y gocen de lo votado”, aunque todos lo suframos. ¿Qué otra cosa expresar donde la confrontación de opiniones -elemento inicial de la democracia-, se ve como enemigo número uno de la vida social y política? A la mente me viene la penalista Sánchez Baena, G., quien en su obra “Populismo punitivo” –un inciso, le recomiendo su lectura a nuestro vicepresidente-, pusiese de manifiesto que nuestros representantes debieran ser instrumentos de las instituciones, no éstas un útil para ellos. Sea sincero, ¿le suena? ¿Le recuerda a alguien?

Apunta Bernard Manin -filósofo francés, 1951, especialista en pensamiento político, al que gustosamente invito a mi página-, que “es el rendimiento de cuentas lo que ha constituido desde el principio el componente democrático de la representación”. Casi seguro que este buen hombre ni conoce ni ha pasado por estos lares. Escuche, Monsieur Manin, entre nosotros, aquí lo que debiera ser un interés municipal único e indivisible –“los provechos pal pueblo”, le llamamos-, se eliminan de un plumazo ninguneando a la oposición. ¿Quiere más? Lo que debiera ser acción de control a la gerencia municipal no puede ejercerse salvo recurriendo a los juzgados. ¿Me sigue? Pero hay más. El derecho de acceso a la información que asiste a “todos” los concejales, como representantes de los ciudadanos, se lo pasan por debajo del forro. ¿Le parece poco? ¡Pues profundicemos de una puñetera vez! Por más que nuestra Constitución –art. 23.1-, reconozca el derecho de los ciudadanos a “participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes libremente elegidos, en elecciones periódicas, por sufragio universal”, aquí estamos instalados en una genuine independent banana republic –como la llamara Ramiro-. Adivino casi lo que está pensando -¿verdad, Monsieur Manin?-, que una cosa es predicar –ustedes, los profesores, lo hacen pero que muy requetebién- y otra, muy diferente, dar trigo.

Vayamos concluyendo, carísimo leedor, si no, me toca otra vez bronca. ¿Qué nombre le pondría a lo relatado? ¿Acaso prefiere “Tratado sobre la ceguera”, del novelista anteriormente referido, “novela que plasmaba, criticaba y desenmascaraba a una sociedad podrida y desencajada”? ¡Bailemos un vals!, le escuchaba a nuestros mayores cuando dudaban. ¿Una muestra más de la nefasta tarea llevada a cabo en el consistorio? ¿Falta de diligencia e irresponsabilidad del (des)gobierno local? Con el paso del tiempo lo que nos está tocando vivir en esta ladera de la mole pétrea conocida por o como Castillo de Luna a buen seguro será enjuiciado como un auténtico ¡despropósito! –sinónimo de disparate e insensatez; añadiría por mi cuenta, ¡del adefesio!, en honor a Los Mayos-, pues puestos a buscar símil con época histórica al pelo viene el Barroco (Siglo XVII), bien dotados como estamos de una gran crisis política, económica y social; aportando, motu proprio, a nivel nacional, la “sanitaria”, que es ¡que te cagas!

Y recordando el principio, y lo que fue “mi” noche de ayer, lo hago escuchando una de las muchas canciones que me han hecho disfrutar del arte de la música, Con la frente marchita, Joaquín Sabina. En la cocina. Gracias, Carmen –mi esposa-.

“¡Uf, cómo se presenta la movida covidiana! Datos, inexactos o escasamente fiables, algebraicamente. Desescalada pésima, descoordinación total. ¡Prepárense! ¡Rastreadores castrenses! ¡Ejércitos autonómicos de Pancho Villa! Sin conocer hospitalizados ni fallecidos. Ni Dios controla rebrotes; y lo peor, sin estocajes de medicación adecuada ni PCR para todos. Pudiera ser que se produjese enorme cataclismo otoñal y aquí nadie asumiese culpas ni errores. ¡Ah, yo no he sido! Unos por otros la casa sin barrer. Apelo a la conciencia de todos.”

Rosita, la portuguesa.

Nota del autor.-

“De bien nacido es ser agradecido”, tanto me lo repitió mi madre, que pegado cual lapa a mi persona permanece, siendo cualquier ocasión buena cuando se trata de agradecer. Gracias a los lectores que tan bellas y gratificantes palabras han vertido sobre mis reflexiones y por ende, sobre mi persona, aunque, como le dijese la semana pasada a uno de ellos – Marcelo-: “no hay motivo para la admiración”. Quienes me conocéis, bien sabéis que no soy hombre de halagos; pero no sería justo omitir unas líneas donde corresponder: a uno, por el carácter “imprescindible” que les otorga (F. N.); a otro, por considerar su lectura como “adictiva” (J.M.L.); un tercero, por ese “Viva”, en honor a mi progenitora (J.A.S.); y un cuarto, por considerarlo un texto “lindo” (A.A.). A todos he tratado de complacer en lo que antecede. ¡Mil gracias! – incluyo a quienes expresan: “me gusta”, “me encanta” o comparte-, y muy dichoso me considero por compartir con todos vosotros el ideal de ver algún día a nuestro querido pueblo dotado de una gobernabilidad “justa para todos sus vecinos”. Ningún otro interés mueve mi compromiso.