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REFLEXIÓN DOMINICAL: Nuestro futuro, aquí y ahora

ANTONIO L. RUBIO BERNAL

Regreso a mi pasado, siendo alumno de Filosofía en el Seminario “San Antón “, Badajoz, cuando estudiábamos el concepto de “tiempo “. Se me ha venido a la cabeza y me gustaría mostrarte, preciado lector, qué pienso en estas circunstancias.

Benedetti, M., pensaba que “cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo”. Hoy, desgraciadamente, nuestros futuros, el tuyo y el mío -en adelante, el nuestro-, pudo existir hasta que nuestro “tiempo” se volvió frágil y difícil para todos. Nuestro futuro, por un virus, el COVID-19, de momento, se nos marchitó, quedándonos sólo con el presente, el ahora, el aquí, donde uno está en ese preciso instante, que en mi caso no es otra cosa que la lumbre encendida, los braseros echados, la colada tendida, etc., y como máximo “llegaría” -sí, en condicional- hasta la hora de preparar la comida.

Pensando de este modo, doy la razón a Dalí, S., para quien “el tiempo es una de las pocas cosas importantes que nos quedan”. Curioso, ¿verdad? Fíjate, para ti y para mí -en adelante, nosotros-, es tanto que es el único arma para combatirlo, junto con la confianza puesta en nuestros sanitarios, nuestras fuerzas del orden y demás trabajadores que hacen posible nuestra subsistencia.

Mientras los mencionados actúan, nosotros debemos cargar esperanzas en nuestras casas, con los nuestros, salvaguardándonos del mal; es decir, pensando en clave de presente, del ahora, cuando, en mi caso, me aseo, cocino, rezo, friego, limpio, etc., que deviene ser lo mejor que puedo hacer por mí, por los míos, por los demás, en sintonía con aquello que el momento presente nos exige. Una concentración de “futuro” en este instante, aceptándolo como presente.

“¡Oh, bendito tiempo, la cosa más valiosa que una persona puede gastar!”, como dijera Theophrastus, filósofo griego, y del que disponemos ahora en abundancia, con la posibilidad de vivirlo intensamente, que no es poco. Tiempo convertido en instante para sacarle partido en múltiples actividades como barrer, fregar, limpiar el polvo, o simplemente, si fuese la hora, arreglándote para sacar la basura, aunque no te vea nadie, vistas corbata o tacones. Créeme, tenemos una oportunidad, convertida en única, de, como dijese Isaac López, exjugador de baloncesto, “no dejarnos limitar por el pasado y, mejor aún, no ser aterrorizados por nuestros futuros”. En nuestras manos está que lo que fue ya no importa, y que lo que vendrá, de momento, se nos escapa de las manos por ser desconocido, de ahí la concreción de nuestro compromiso: aquí y ahora, contando con la valiosa mochila de la que disponemos: nuestra solidaridad, nuestra entrega, nuestra capacidad de sacrificio, todo ello materializado en este preciso instante.

Permite que te pida que no te martirices; es fácil encontrar el cómo, quedándote en casa escuchando toda la música que en su día guardaste, alcahueteando en la Red lo que nunca viste, cosiendo o aprendiendo a hacerlo, o escribiendo tu día a día para después compartirlo en Azagala; y lo mejor, libre de la idea que a veces nos aflige: “el tiempo es limitado, así que no lo malgastes viviendo la vida de otro. Vive tu propia vida”, que diría Steve Jobs, magnate informático, con todas nuestras grandezas y todas nuestras miserias.

Ni hay tiempo que perder. Atrás quedaron, por ahora, aquellos inolvidables fines de semana cuando bien arregladitos salíamos a comernos el mundo, quedábamos con amigos y el tiempo se nos iba de las manos. Hoy es diferente, no corren aquellos tiempos. Nuestro reto, y el de todos, en esta mañana de domingo en la que no estoy de espárragos con Luria, ni de ruta a caballo, ni viajando con Carmen, mi esposa, es “QUEDARNOS EN CASA” por el bien de todos: nosotros, los míos, los tuyos y también -por qué no- por todos nuestros mayores, que en su día tuvieron la desgracia de vivir un enfrentamiento fratricida y hoy pueden ser fácilmente víctimas de nuestra irresponsabilidad.

Me despido en clave de Gladiator: quien resiste gana, dejando que sean tus sueños los que guíen tu obrar. Persiste en la adversidad, fuerte ante el peligro. El único tiempo del que disponemos es el ahora, no lo despreciemos, no condenemos al mundo a la mayor desgracia por un comportamiento imprudente.

Cuídate, quiero volver a verte en los bares.

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Portada: Día luminoso de terrazas en La Ermita, en una fiesta de la tapa. Otros tiempos.

Foto 2: Miembros de una familia en el balcón aplaudiendo a los sanitarios y vestidos como tales, para homenajearles.