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El mundo de los hermanos (I)

Por AURELIANO SÁINZ

Una vez terminada la vida de don Álvaro de Luna, volvemos al estudio de la familia a través de los dibujos de los escolares, puesto que recientemente he colaborado en la supervisión de varios trabajos de fin de grado (TFG), que son los que tienen que realizar los estudiantes universitarios al acabar sus estudios. Uno de ellos consistía en una investigación en la que se analizaban las relaciones fraternas que se generan en diferentes períodos de la vida.

Cuando acepté supervisar este trabajo lo hacía por el gran interés que supone indagar, de modo general, en las relaciones que se producen entre los hermanos, puesto que, en el caso de que los escolares participantes los tuvieran, esas relaciones forman una parte importante del desarrollo personal de cada uno de ellos.

Al alumno le aconsejé que, entre otras obras, leyera Sisters and Brothers de la psicóloga estadounidense Judy Dunn y Psicología de las relaciones fraternas de Enrique Arranz, doctor en psicología y profesor de la Universidad del País Vasco, puesto que son dos magníficos libros que ayudan a entender cómo se forman los lazos emocionales entre los hermanos o hermanas.

Por otro lado, para abordar este tema en Azagala me ha parecido interesante dividirlo en dos partes, realizando previamente una síntesis de los principales conceptos que estos autores exponen en ambas obras, para, posteriormente, mostrar y comentar varios dibujos a modo de ejemplos. Así pues, presento en esta ocasión ocho ideas que me parecen bastante significativas:

– Las investigaciones recientes sobre las relaciones fraternas han puesto de manifiesto que estas son ambivalentes y bastante más complejas que el clásico binomio de afecto-rivalidad. Con el término ambivalente se describe la interacción en la cual conviven episodios de relaciones positivas de afecto y cariño con otros de conflicto y evitación o distanciamiento entre los hermanos.

– Dentro de esas investigaciones se ha confirmado que el apoyo mutuo de los hermanos es una de las características más relevantes de la relación entre ellos. Este sentimiento de apoyo permanece, con más o menos intensidad, a lo largo de los años.

– La interacción entre los hermanos es extremadamente sensible a la calidad de los afectos que se da en los padres. Una buena relación entre el padre y la madre es origen de sentimientos de seguridad, confianza y estrecha colaboración fraterna. Sin embargo, la idea de que el ambiente familiar incide de igual manera en todos los hermanos es erróneo, dado que, por un lado, cada uno de los hijos o hijas tiene su propio carácter y, por otro, en el desarrollo personal inciden otros factores externos diferentes a los que se dan en el seno de la familia.

– Tal como nos dice Judy Dunn, desde pequeños aparece una extraordinaria receptividad en los hijos, ya que se muestran muy afectados cuando se produce un trato diferencial de los padres con respecto a alguno de sus hermanos. Esto apunta a que los padres deben ser muy cuidadosos en buscar siempre un trato equitativo y compensatorio hacia sus hijos.

– El punto anterior nos conduce a un tema de gran importancia en las relaciones fraternas: los celos. Sobre esta cuestión conviene apuntar que hay que asumirlos como un hecho absolutamente normal en las relaciones entre los hermanos; es más, los celos son una manifestación del proceso psicológico de construcción de la propia identidad. Bien es cierto que determinados celos cuando alcanzan niveles excesivos pueden llegar a ser patológicos.

– Un tema que ha generado diversos estudios es la forma de intervención de los padres en los conflictos que pudieran darse entre los hermanos. De acuerdo con el sentido común, los resultados obtenidos apoyan la idea de la no conveniencia de una mediación excesiva y sistemática en los problemas que se producen entre los hijos; por otro lado, hay que ser conscientes de que determinadas actitudes de los padres pueden alimentar pugnas entre los hermanos.

– Una de las características del trato entre hermanos es su carácter de continuidad a lo largo del ciclo vital del ser humano. De este modo, una vez abandonado el hogar de los padres, los hermanos suelen seguir compartiendo acontecimientos significativos de sus vidas. No obstante, y a pesar de esa continuidad, las relaciones sufren modificaciones cualitativas a lo largo del tiempo, puesto que se forman nuevas familias que tienen identidades diferenciadas, por lo que el respeto hacia ellas es clave para que las buenas relaciones se mantengan.

Una vez que he expuesto un conjunto de ideas acerca de las relaciones fraternas, que las ampliaré en la segunda entrega, quisiera comentar los cuatro dibujos que he seleccionado en los que se manifiestan gráficamente expresiones de cariño, ayuda y protección en ellos.

Comienzo por el dibujo de la portada. Fue realizado por un niño de 12 años que se encontraba en sexto curso de Educación Primaria. La escena nos muestra a una familia de cuatro miembros, todos sonrientes y disfrutando juntos de un día de ocio. En primer lugar aparece el padre que mira de frente, sosteniendo una raqueta de tenis y tanteando con la pelota; le siguen la madre y él mismo agitando la cuerda al tiempo que su hermana pequeña salta a la comba. Como puede comprobarse, y teniendo en cuenta que el dibujo es libre, entendemos que la relación del autor con su hermana es bastante buena, pues participa en un juego en el que la protagonista es ella, sin que él muestre ningún tipo de recelo.

El dibujo que acabamos de ver lo realizó una niña de 7 años. Como podemos observar, los miembros de la familia están numerados, puesto que se les pidió en la clase que al finalizar sus trabajos lo hicieran de este modo. Así pues, comenzó a trazar en primer lugar a su hermano pequeño y, posteriormente, se representó a ella misma, detrás y con las manos en sus hombros, como señal del cariño y el sentimiento de protección que sentía por su hermanito. Continuó trazando a su madre y finalmente a su padre, mostrándolos sonrientes. Se evidencia que la pequeña autora se siente como la hermana mayor cuida y atiende al más pequeño de la familia.

Este tercer dibujo pertenece a una niña de 10 años, que se encontraba en quinto curso de Educación Primaria. La escena familiar la comienza representándose a sí misma en el lado izquierdo de la lámina, con los dedos en forma de ‘v’, como signo de victoria, y cogida de la mano de su hermana pequeña que lleva a su mascota. En el lado derecho, aparecen los padres sonrientes y unidos, como expresión del cariño que se profesan y que trasladan a sus hijas. La autora no muestra ningún tipo de celos o de rivalidad con su hermana menor, sentimientos que, en algunas ocasiones, surgen entre los hermanos o hermanas.

Acabamos esta primera parte con el dibujo que realizó un chico de 13 años, que se encontraba en primer curso de Secundaria. Como puede comprobarse, muestra a su familia muy unida, formando un grupo compacto. De modo especial, llama la atención que el autor se represente en el centro del grupo y delante de su hermano mayor, como señal de la admiración que le profesa, al tiempo que manifiesta que se siente protegido por él. La relación del menor hacia el hermano mayor es una expresión de un sentimiento positivo que nace de la confianza en que le servirá de ejemplo o como modelo a imitar.