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¿SE PUEDE? HASTA EL CORRAL (Novena entrega)

By RAMIRO

Querido nieto.- En Puerto de Albahacar, donde ver o escuchar: ¡Creación de una sociedad empresarial! ¡Grandiosa oferta de puestos de trabajo!, queda fuera de nuestros sentidos – sería casi un espejismo -, no viene mal que otros demos nuestra impar visión o versión sobre lo que esté a nuestro alcance; por ello, y no por razón o interés espurio, hoy comienzo a retazos mi “CRÓNICA SOBRE LA IRREFUTABLE IDIOSINCRASIA DEL PUERTOALBAHAQUEÑO. LEGADO PARA FUTURAS DESCENDENCIAS”, precisando antes que arranca en el 2011 – tu edad del pavo  -, hasta nuestros días – tú ya con diecinueve abriles -. Principia de esta guisa: // Por aquellos entonces, abandonado a su suerte el Castillo de Luna, tal y como hoy continúa, la libertad de expresión era un derecho de alto riesgo entre los puertoalbahaqueños, justo tal y como hoy sigue siendo, cuando los horizontes halagüeños del “piensa y exprésate sin miedo” aún están por llegar. Por estos lares siempre la “crítica” estuvo reñida con vivir del mecenazgo – lo que aquí viene siendo chupar de la teta o jamar del pesebre -. La crisis pisó con más fuerza que el caballo de Troya – el jaco de Atila tenía, por lo leído, menos pisada -, no sólo escaseaba el verde por falta de aguaceros sino que vivimos las Epifanías más desconsoladas que se recuerdan, con calles vacías, y la poca gente que transitaba vivía con estrecheces, de ahí la innecesaria petición del aguinaldo infantil. Eso sí, hubo algo de lo que estuvimos, y seguimos estando, sobrados: de desempleo. ¡Riquísimos siempre en esto último! – créame, estimado lector -. Afónico se quedó el reloj de la villa hasta poco antes de las doce del día treinta y uno; y muchos maduraron “¿para qué ir a la plaza? “ ”Las uvas en casa, enjuagón de boca y mañana será otro día”, decidieron, no sin esta escueta despedida: “Señores y señoras, piensen en épocas pasadas, la actual es chunga”. Sus Majestades llegaron y tizones a tutiplén. Adepa entablaba la denuncia del cierre tras años de la mole pétrea por la popular, en papeles y contiendas, hospedería que aún hoy nadie ha visto, está por llegar y algunos esperan. Como el diligente lector podrá imaginar, poca gente nos visitaba – “aquí no venía ni el Tato”, en expresión local -, para qué. Y así nos fue, un puente lindo, dotado de gran hermosura, romanus para más señas, ubicado en la ruta de los infantes de Aragón, vía de comunicación de estos lares con el vecino reino de Portugal – hoy, República Portuguesa; como le gustaba decir a mi padre – y de nombre grandilocuente, “Guadarranque”, por desidia e incuria, cayó abatido, se desplomó, por el paso del tiempo y la falta de los arreglos necesarios. “¡La culpa fue del río Gévora y sus crecidas!”, Se atrevieron a comentar algunos. Pero no se asuste, por favor, otra mole, de nombre Azagala, fortaleza del siglo XIII, tras nuestra reconquista y en honor a la batalla de Zalaca – año 1086, librada entre moros y cristianos – va justo por los mismos derroteros, usease el derrumbe. Todo ello puede indicarle hasta qué punto el patrimonio o heredad, su defensa, la responsabilidad por mandato de nuestros gerifaltes sobre él, nunca ha sido objeto de preocupación alguna. Es más, pareciese como si existiese una conjura: “¡Anda y que se vaya a hacer puñetas!”, Por más que su valiente y constante quijote defensor, Eugenio López Cano, al que alguno llama “alburquercógrafo de vocación”, haya perseverado e intentado meternos en la mollera su valía. Pareciese como si de esta –a la mollera me refiero – fuésemos cerrados. Una auténtica pena, pero es lo que hay. Para qué insistir, buenas ganas, si donde no hay, poco se puede sacar. Y fue también por aquellos entonces- finales del 10 comienzo del 11, en años – cuando el por entonces regidor, hoy gerifalte caído, en mensaje navideño – mal momento donde los haya, ¿no cree? – aprovechando en erigirse defensor de una correligionaria, aun a pesar de estar siendo ambos investigados por la justicia en asunto de obrar sin licencia ni proyecto – usease, estilo me la cargué, método seguido con más habitualidad que la deseada aquí donde nos encontramos – abrió la caja de Pandora y ¡zaca!, rayos y truenos salieron de la misma. Hasta amenazas con contar lo indebido, por ser privado. A esto, funestamente, también hemos sido siempre muy dados, a meter no sólo la nariz sino también el hocico donde no nos llaman. Llegó incluso a dar plazo de presentación de disculpas hacia la persona de su afín – él, el entrometido o husmeador de intimidades – por medio del modus operandi de corrección de conducta. Algo insólito, que la persona ofendida deba encima disculparse ante su ofensor. ¡Hasta qué grado de victimización no llegaría! Y puestos a repartir – imagino, previo puñetazo en mesa. A eso somos muy dados cuando la contrariedad nos embarga – le llegó el turno al “vástago castrista”, – el que canta ahora aquello de ¡si la gata sale de noche y se recoge de día, la culpa es mía! -, descargando sobre él toda su inquina, aversión o tirria por ser el culpable del anuncio de la noticia. Todo ello sería divulgado en una hoja-folleto que nadie vio, elaborada ex profeso para ser repartida por él personalmente puerta a puerta, donde se metería en aquello que a nadie le importa, usando su voz de mando para avisar del infortunio venidero que les caería encima. ¿Y qué encontró? Lo previsto, lo que corresponde en esos casos, una que-re-lla. //  (Continuará)