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La familia, en la distancia, pero unidos

MARÍA POCOSTALES PÍRIZ

¡Me encanta escribir y a veces me siento inspirada para ello, pero cuando comienzas a hacerlo dices… ups! ¿y ahora qué?

Me asomo cada mañana a la ventana y me doy cuenta de lo que ha cambiado todo… las calles, la gente… aunque la verdad es que vivimos en un constante cambio. Pero yo lo siento muy adentro y cada día me recuerda a momentos bonitos. Será que los que somos sensibles somos así.

Me doy cuenta de que los valores han cambiado. Soy de las que piensa que se tiene cambiar porque es inevitable, pero hay cosas que podrían (o deberían) mantenerse como es el valor HUMANO. Pero Humano con mayúsculas. Ese que se siente dentro y que te remueve como ser vivo. Ese valor por ejemplo de dar. Dar y ayudar a los demás. Hacer el bien sin mirar a quien. Yo soy muy así. A veces hay que reflexionar y recordarnos lo que de verdad es importante. Lo que es el valorar los pequeños detalles de la vida, ya que solo el hecho de estar vivo es importante.

Agradecer a la vida todos los días, como dice mi madre, el hecho de estar aquí. Mi madre es de esas personas enérgicas que en un momento te pone a mil revoluciones, en el sentido de subirte el ánimo. Nos podemos tirar horas riéndonos, sobre todo cuando dormimos juntas. Tenemos esa complicidad y me chifla. Me enseña a no tomar todo tan en serio.

Por otra parte, mi padre es muy diplomático y me puedo tirar horas y horas hablando con él de la vida en general, de temas de la sociedad actual y en definitiva hacemos muchas charlas sobre los valores, es como que reflexionamos juntos… Y cuando termina la conversación siento que me he nutrido de todo ese saber suyo y es tremendo. Me fascina.

Mis hermanos, son como esos mejores amigos que no se escogen. Desde mi hermana Carmen, mi influencer, con sus estilismos, con esos consejos de moda que me da. Somos muy diferentes, pero nos tenemos siempre la una a la otra para todo; Sergio, el que no se enfada por nada (me encanta), al que llamo para tomar alguna decisión importante y que me enseña a no preocuparme por pamplinas como él dice, hasta Abel, el mayor, al que miro y ya nos estamos riendo, al que llamo y al segundo está donde haga falta. Tenemos esa complicidad de mirarnos y saber qué nos pasa. Nosotros cuatro sabemos que, aunque cada uno tenga su vida en una ciudad distinta sabemos que si necesitamos lo más mínimo ahí estamos. Cada vez que los veo y hacemos cosas juntos me da la vida. Bueno y ya mis sobrinos, son como un regalo maravilloso y no hay palabras para ellos … no se puede describir lo que se siente precisamente por eso, porque se siente y ya. Y bueno tengo familia en otras ciudades con las que no pierdo el contacto y eso me encanta.

La verdad es que estando en la distancia, se valora más todo, eso es así. A parte, la guardia civil me ha generado tantos valores buenos, de esos que sientes que no te has equivocado al elegir tu trabajo porque encuadran contigo bastante. Me encanta mi trabajo y me siento realizada. Tengo vocación por el servicio.

Además, por supuesto, no me olvido de mi pueblo nunca. Siempre me cojo días de permiso seguidos para volver y ver a la familia. Extremadura, en general, tiene ese ambiente sencillo que va conmigo.

Se que se está viviendo una situación ahora delicada en Alburquerque que espero que se solvente porque merece estar en la cima y sobre todo que se le de salida y bienestar a sus habitantes. ¡Viva Alburquerque!

Bueno y la situación actual de pandemia que estamos viviendo ha afectado a todo. Es muy duro todo lo que está pasando. Aun así, soy de las que piensa que en la vida hay que aceptar lo que venga, sea duro, sea menos duro… todo lo que se ponga en el camino hay que sobrellevarlo como podamos. A parte, que si pensamos que las cosas pasan por algo o que tienen que pasar así pues a mí, al menos, me hace sentir mejor, pero lo de la pandemia rebasa los límites y lo sé. Mucho sentimiento de impotencia, de rabia… pero hay que darle la vuelta como sea, aunque haya cosas tan duras como los miles de fallecidos para los que no hay consolación. Solo tiempo y afecto moral, que importa mucho.

Esta situación da para mucho. Para dar muchas vueltas a la cabeza y reflexionar o volverte loco pensando… y yo no me olvido de otra de mis pasiones como es la Educación Especial así que, de que acabe esta situación, me gustaría hacer un voluntariado aquí en Madrid. En la Educación Especial se encuentra el AMOR con mayúsculas. Como el de la familia, sin necesidad de obtener nada a cambio. Ese sentimiento limpio, sano y transparente.

En definitiva, la cosa no es qué lo pasa, sino cómo nos lo tomamos.

María Pocostales Píriz. Desde Madrid.

 

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