domingo, mayo 18, 2025
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EL PATRIMONIO DE ALBURQUERQUE. TRADICIONES Y COSTUMBRES POPULARES: El carácter de los alburquerqueños

EUGENIO LÓPEZ CANO

RASGOS CARACTERÍSTICOS

La idiosincrasia de un pueblo viene dada por un cúmulo de circunstancias tales como hechos históricos, costumbres, orografía, clima, etc. Son por tanto dichos factores los que en un momento determinado condicionan los rasgos y caracteres comunes de los individuos de un mismo lugar.

  En el caso concreto de Alburquerque, es un caserío situado en lo alto de un cerro, protegido por una serie de defensas naturales y artificiales que le han hecho a veces inexpugnable, y otras conquistado; un pueblo cercado y explotado de continuo, material y/o psicológicamente, por enemigos exteriores y del interior representados en este caso por el mismo Señor que a fin de cuentas había de recompensar aquella protección con trabajos inhumanos, con humillaciones, miserias…, y a menudo con la propia vida, secundado por otros grupos de presión como la Iglesia, el Consistorio y las clases privilegiadas. Estos hechos, añadido a su situación fronteriza con innumerables guerras a lo largo de los siglos contra otros pueblos, especialmente castellanos y portugueses, lejos de una vida tranquila que les facilitase los medios necesarios para construir su propio futuro, unido a las luchas fratricidas a las que tuvo que enfrentarse a lo largo de la historia, sin instrucción y enseñanza, lejos, extremadamente lejos hasta hace bien poco, de los círculos culturales…, todo ello por tanto ha tenido forzosamente que influir en su carácter.

  Podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que los rasgos distintivos del alburquerqueño han ido parejos a su evolución histórica. Me explico: No es lo mismo el ánimo en una época conflictiva de guerras y miserias que en periodos más o menos de paz, y aún en éstos, en tiempos más o menos reprimidos, o asfixiados social y económicamente por los poderes de turno. No es igual vivir en un espacio tan reducido y agobiante, incluida la propia región, siempre intimidada, que en otro lugar no tan oprimido como el nuestro. Hablo de unas épocas muy determinadas, pero también me puedo referir a otras que, si no iguales, son bastante parejas. Podemos poner ejemplos que están en nuestra memoria pero que aquí no es el caso. Por tanto lo correcto sería recurrir a ciertos pasajes de la historia y confrontarlos con los momentos presentes a fin de aproximarnos, como digo, a diferentes estados de carácter.

  Claro que también podíamos hablar del alburquerqueño rural y urbano; del primero, por ejemplo, en relación con su proximidad al pueblo, o con su mayor o menor contacto con el mismo, y del segundo, su vivencia en el extrarradio, o su crianza en el centro, y en cualquier caso, su condición personal, ya sea hombre o mujer, joven o persona madura, con más o menos vida social, puesto que no es lo mismo el trato habitual con las personas que la reclusión a menudo en su mundo familiar o de vecindad.

  De igual modo podíamos aludir al tipo de educación e instrucción que se reciben, llamémosle familiar, escolar, social, etc. Apuntaría más. Hasta la profesión -hablo en general- imprime un carácter determinado, según se observa en ciertos oficios. En fin, que son muchos los motivos que influyen lo suficiente como para generalizar. A pesar de ello, aun cuando rocemos lo erróneo, y soy consciente de ello, intentaremos al menos conocer la raíz de nuestro carácter para aproximarnos un poco al actual.

   En base a ello nos aproximaremos a otras épocas, digamos más cercanas, haciendo una pequeña excursión a territorios que nos son familiares, por oídos o vividos. Para ello recurriremos al libro La vida en Alburquerque, publicado en 1901, en el que se retrata en parte el carácter del alburquerqueño de finales del siglo XIX y principios del XX, tomando como base distintas áreas que iremos desgranando a vuela pluma, disculpándome de antemano por reproducir algunos textos que creo que son de interés para comprender su evolución, en este caso hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX, coincidiendo con la llegada de la democracia, y desde entonces hasta nuestros días.

FOTOGRAFÍAS:

Portada: Vista aérea de Alburquerque.

Foto 2. Para los días de fiestas y celebraciones las prendas de vestir de los niños de ciertas clases media y alta se distinguían en su conjunto por la calidad y el adorno excesivo; el resto de la clase media, por el contrario, se guiaba generalmente por los cánones que marcaba la sencillez. (Año 1912. Cedida por Julián Cano Izquierdo)

Foto 3. La vestimenta en la mocedad de la clase media variaba bien poco. El traje por tanto se distinguía más por la calidad de la tela que por las formas (Autor: desconocido. Año 1913. Cedida por Julián Cano Izquierdo)

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